lunes, 30 de septiembre de 2013
Eterna amiga soledad
Comienzas a entender lo sola que estás cuando no hay nadie en la sala de espera del médico, cuando al llegar a casa en las paredes resuena el eco de tu voz. Comienzas a entender que estás realmente sola cuando comes sin apetito aunque nadie te esté obligando, simplemente por sobrevivir. Comienzas a entender lo sola que estás cuando no hay nadie al otro lado, cuando las lágrimas arañan tu cara y con cerrar la ventana tu secreto sigue a salvo. Comienzas a entender lo sola que estás, cuando nadie llama a tu puerta con un plato de sopa caliente a la espera de verte mejorar. Comienzas a entender lo sola que estás cuando llega un día, ese día... y nadie acude, nadie que no haya sido llamado, a nadie le emociona, a nadie tanto como a ti, comienzas a entender lo sola que estás y lo peor... comienzas a entrever lo sola que vas a estar. Pero la vida sigue, y así los segundos te invaden y consigues serenarte, porque la soledad es silencio y libertad, y amas con profundo egoísmo ambas cosas. Comienzas a serenarte porque siempre hay una mirada que rescatar, siempre hay un resquicio de cariño por recoger, pero la vida pasa, y los momentos duros tambalean... y es entonces cuando realmente te das cuenta de que no hay nadie ahí, nadie que vea tu tristeza oculta tras un pequeño dibujo de una cara de felicidad, una tristeza oculta en una mirada absorta en algo que quizá sea un problema terminal, o quizá no, pero quizá... y mientras tanto, no encuentras nada ahí que quiera hacer de pilar... y si existe alguno, está demasiado ocupado o demasiado hundido en su propia lucha, y entonces, justo entonces comienzas a empaparte de la eterna amiga soledad.
domingo, 29 de septiembre de 2013
viernes, 27 de septiembre de 2013
Hay almas que...
Hay almas que uno tiene ganas de asomarse a ellas,
como una ventana llena de Sol.
(Federico García Lorca)
lunes, 23 de septiembre de 2013
Como una herida en el corazón que no me duele
Tengo una espina en el corazón
que ya no me puedo sacar.
Sé que está
porque duele,
duele sin más.
Le veo y duele.
Le escucho y duele.
Leo ... y duele.
Duele
y ya no lo puedo evitar.
Pero duele de una forma especial.
No duele como cuando ya no puedes más.
No duele hasta retorcerse
de tortura.
No duele hasta llorar
de sufrimiento.
Duele más bien del dolor del que está hecho el placer.
Duele, como duele el orgasmo
al filo de la pasión.
Duele, como duele el recuerdo de una madre que está lejos.
Duele como cuando intentas esconder
la sonrisa que te provoca su mirada.
Duele como cuando aletean rebeldes las mariposas en mi estómago.
Duele, como ver emerger de la crisálida
sus alas
y no poderlas parar.
Duele y simplemente duele porque no dejo de sonreir al recordar.
jueves, 19 de septiembre de 2013
Amor a primera vista
-¿Crees en el amor a primera vista? - . Me preguntaba hoy Rocío con una maravillosa expectación. Sus pupilas color tierra inundaban el mar del iris tan azul aguamarina que ocupa sin pudor gran parte de sus almendrados ojos, mientras sus negras pestañas rozaban sin esfuerzo el color pálido de sus párpados. Qué increíble es, pensaba mientras la fiesta de colores invadía su mirada.
Que si creo en el amor a primera vista dice...
Sí, si creo. A primera vista, a primer contacto y a primera palabra. Es algo realmente asombroso.
Un día cualquiera, te levantas, coges tu bicicleta de flores, no te preocupas demasiado de lo que llevas o de lo bien depilada que estés, porque llevas meses sin encontrar algo que merezca la pena llevarse a la boca. Y entonces... mientras pones la combinación del candado y atas tu medio de transporte a un pequeño árbol, llega por detrás y ni te das cuenta, pero algo se activa. Se activa y sabes que algo está punto de pasar. Algo, no sabes qué. Entras en el sitio a donde tuvieras que ir, te sientas en la sala de espera, alguien te habla... todo es muy normal. Entonces, entonces sale él, con sus penetrantes ojos marrones y, sin saber por qué, comienzas a temblar. Todas las alertas se activan. Se activan porque somos animales. No es crea en que vaya a venir de repente mi maldito ángel Cupido y vaya a apuñalarme sin piedad y disparar una vez más con su mala puntería. No, esto va mucho más allá. Y es que resulta que inesperadamente, sientes un encajar de una pieza que ni si quiera has intentado montar. Y es justo en ese punto, en el que percibes, que tu prodigiosa mente, ha sido capaz de escoger a aquél que te piensa cambiar la vida. El único que se va a atrever a dar la vuelta a tu mundo, a coger ese caparazón que con mucho esfuerzo te habías quitado, por no asustar a quien estuviera cerca, y lo va a limar hasta convertir en una dura capa de cristal, reversible y fácil de quitar cuando la ocasión lo requiera, pero necesaria, realmente necesaria.
Tú, querido Néstor, me has hecho sentir esto. Como siempre, no es el momento ni el lugar, pero sé que has cambiado mi vida y, lo mejor, es que creo que la tuya yo también la cambié.
Has tenido la paciencia necesaria, la sonrisa justa y la fuerza que a mi a veces me falta. Has sentido que encajas. Pero sobre todo, a pesar de haberme visto desnuda, no has querido devorarme, primero había que comenzar por aprender a vestirse.
Me pregunto si algún día aprendo a vestirme, estarás dispuesto a arrancarme la ropa con tu boca hasta hacerme desfallecer de placer.
Hasta que ese día llegue,
no dudes que estaré esperando.
domingo, 15 de septiembre de 2013
Como cuando descubres que los amigos son los padres
Así de triste.
Como cuando descubres que los amigos son los padres.
O recibes un correo sin posdata.
Así me hallo.
Como cuando se difumina la cicatriz que te recuerda que fuiste niño.
Como observar que en el banco donde nos dimos el primer beso
han puesto una rotonda,
para que gires sin sentido buscando un amor
que se han llevado otros labios.
Así de estúpido.
Como decir te quiero a un número que ya no existe.
O hacer aviones de papel por si vinieras
no descubrieras que ahora tengo miedo a volar.
Pero nunca vuelves.
(Ernesto Pérez Vallejo)
Desde que la amistad se acuesta con mi amante
Querido Néstor,
Sé cuánto odias saber que Daniel ha estado en mi cama. Sé cuánto odias saber que la fragilidad ha hecho acopio de todas mis fuerzas y ha dejado que su tez morena iluminase mi almohada. Pero... querido Néstor... Estoy tan sola. La amistad se ha vuelto extraña y el amor huye cada amanecer por mi ventana. La soledad me ahoga y el silencio aguarda, como una dulce condena a verme una vez más completamente destrozada. Querido Néstor, sé que no soportas ver cómo él es mi único resguardo, sé que no soportas saber que mi único aliento son sus brazos. Pero cuando el día termina, miro sus afilados ojos marrones y se clavan como cuchillos mientras hace aparecer esos hoyuelos que transportan en un delicioso éxtasis a otro mundo mi mirada. Pero cuando el día termina, se tumba junto a mi, ofreciendo su cariño como posada. Pero cuando el día termina, cansada... busco su regazo, impaciente, por sostener mi desconsuelo. Y bien sé, querido Néstor, que cuando el día acaba, debiera yo recuperarme, debiera yo descansar de la vida, y no dejarme vencer por un amor de tortura. Pero querido Néstor, desde que la amistad se acuesta con mi amante y el amor se enaltece con mi gran enemigo El Egoísmo, me siento tan perdida, que no me queda otro remedio que regalar mi corazón.
Esperando algún día lo entiendas.
Siempre tuya, siempre mío. Siempre nuestros,
Patricia.
miércoles, 4 de septiembre de 2013
Néstor.
A veces llega la lluvia
Para limpiar las heridas
A veces solo una gota
Puede vencer la sequía.
Para limpiar las heridas
A veces solo una gota
Puede vencer la sequía.
(Marc Anthony)
Néstor, siempre sonríe mientras habla. Néstor se preocupa si me escucha algo agitada. Néstor, desconoce mi forma de estar en el mundo, pero cree que la puede comprender. Néstor, inexplicablemente quiere sacar mi temperamento, quiere conocer mi lado salvaje, porque es desde ahí y sólo desde ahí, donde podremos volver a empezar. Néstor oye mi voz ingenua y no cree estar tratando con alguien estúpido, y eso me gusta bastante, lo suficiente, demasiado... Néstor no me quiere proteger, Néstor necesita que yo me proteja. Néstor expresa su opinión sin miedo a errar, porque Néstor sabe que la honestidad puede hacerte fallar, y sabe que, fallar es la única manera de poder volver a empezar.
Néstor es perfecto,
pero demasiado caro para la escasez emocional
que se pasea en estos tiempos por mi corazón.
martes, 3 de septiembre de 2013
El verano del amor
Miro al cielo, el Sol se refleja espléndido sobre la hierba ya seca tras el tedioso verano. El sabor exquisito de esa escena me hace estremecer. Es perfecto. El color sobresale con tanta fuerza que parece salido de una película romántica, de un final feliz. Me enamoro aún más. Es verano... resuena en mi conciencia, como si el paisaje no transmitiera suficiente información. El Sol ha secado las hojas y ha robado su color a la primavera, qué eterna maravilla, su calor desnuda las aceras y torna doradas las pieles, como amapolas recién abiertas, como galletas recién horneadas. Es increíble, como en tan sólo unos meses el paisaje ha cambiado tanto. Inspiro profundamente y me empapo de ese olor tan característico. Olor a verano... Qué magia la de cada estación. Recuerdo cuando llegué por vez primera a este sitio, cuando pisé por primera vez este parque... Todo era distinto, las rosas destapaban vanidosas su figura, las margaritas cantaban al Sol y la lluvia entornaba el cielo para hacer brillar el arcoiris. Era primavera... Oh! Hermosa primavera! Como decía aquél poeta. Primavera, la época del amor, del resurgir, del renacer, la época del vivir. Cuando llegué, aquél prado era verde, tan verde como el fondo del mar... Y me quedaba horas mirándolo, sentada en este mismo banco en el que hoy me encuentro. Todos los días, a la misma hora, para ver caer el Sol. Justo cuando Lorenzo desaparecía, venía Renato, un señor mayor de origen Italiano que decía saber mucho del vivir, y yo le hablaba de lo hermoso de aquél paisaje y de que querría quedarme para siempre allí. Entonces una tarde, Renato, cansado ya de su experiencia, me miró con ojos de ternura y me regaló, según él, un gran consejo para el resto de mi vida: "Querida niña, la primavera, como el amor... se irá al caer el Sol, el prado tornará amarillo y las flores perderán su color. Perderás entonces tu interés por sentarte a ver la puesta de Sol, porque hará calor, las piernas fallarán y el Sol comenzará a ser molesto. Como el amor... lo bello nunca puede durar. Pero querida niña, más tarde llegará el Otoño con su molesto afán por retomar la rutina, con sus días más cortos y sus hojas desparramadas por el suelo... ahí sentirás que ya casi no lo puedes soportar. Y justo en ese momento, llegará el frío y el helado invierno y será ahí cuando sientas que ya no puedes más. Las calles se volverán blancas y el frío helará tus huesos, tus deseos se secarán, y ya no habrá nada que salvar... para cuando llegue de nuevo la primavera, tu ilusión se habrá consumido, si aún quedaba algo después del verano... Querida e inocente niña, no te ilusiones nunca cuando conozcas algo o alguien nuevo, no con tanta pasión, porque siempre, después de la primavera, llegará el verano, después el otoño y por fin el invierno... Y tu pequeño corazoncito no podrá aguantarlo...". Se fue Renato y con él los últimos rayos de Sol de aquél día y yo me quedé sentada en mi pequeño banco llorando por todo aquello que luego vendría. Pero cada día, al sentarme de nuevo en aquél banco, descubría algo mucho mejor, la primavera era mágica en la ciudad, los lirios sonreían y las jaras derrochaban su perfume sin cesar. Pasado el verano, he descubierto que me he vuelto a enamorar... de sus colores dorados, de sus rubias montañas y del calor de sus paisajes. Y sé que llegará el Otoño y entre sus hojas me volverá a seducir, con la caída tenue de las ramas, con el sonido del viento en los cristales y con su anaranjado atardecer. Y llegará el invierno, y con él la Navidad, la nieve, y el calor del hogar, las tardes de Domingo y los abrazos necesarios, y me volveré a enamorar. Y así de nuevo en cada estación, porque de la misma manera que sucede cuando conoces a la persona correcta, cuando estás en el sitio indicado, cada paso, cada cambio, cada estación... sólo podrá dirigirte hacia algo mejor. Y vendrán, presumiendo de sabiduría, a advertirte del seco verano del amor, y vendrán a advertirte del insufrible otoño del amor y del invierno... ya no querrás ni siquiera oír hablar. Pero bien sé, que si es como ha de ser, llegará el verano y te enamorarás, llegara el otoño y caerás rendido, el invierno te atrapará y así para el resto de tu vida.
Dedicada a su primer lector.
lunes, 2 de septiembre de 2013
viernes, 30 de agosto de 2013
miércoles, 21 de agosto de 2013
Milagros
Hoy he conocido a Mila, Mila tiene 81 años y una mirada tierna de adolescente. Es juguetona con las palabras y presuntuosa con las manos al hablar. Mila está enamorada. Lleva toda su larga vida enamorada y su sonrisa refleja el alma de su mirada. Mi imprudencia me ha permitido hacerle un comentario sobre la apariencia de juventud en una edad ya avanzada. Este, es el precio del amor... me comenta sin pudor la maravillosa Mila. Toda una vida enamorada. Dicen que en la vida hay tres amores: el primer amor, el amor imposible y el amor de tu vida. El primer amor de Mila, resultó ser su amor imposible, pues por condiciones de familia no les permitieron casarse. Pero resulta, que el primer amor imposible de la vida de Mila, va a resultar el verdadero amor de su vida. Tras 53 años sin verse, después de superar las muertes de sus respectivos compañeros de vida, se han vuelto a encontrar, y Mila sonríe como una adolescente y a Mila se le ilumina la mirada y Mila me mira y me suplica que crea en el amor... Y la abreviatura del nombre de Mila me dice que es Milagros. Quién sabe, quizá el amor exista, quizá los Milagros también, quizá no haya que esperar toda una vida, y si se espera... Quizá el amor nunca muera.
lunes, 19 de agosto de 2013
viernes, 9 de agosto de 2013
Dame tus imperfecciones, con ellas me conformo.
Vuelvo a casa. Es tarde y me empapo de la magia que irradian los alzamientos medievales en plena madrugada del mes de Agosto. Me acuerdo de ti. Ojalá estuvieras aquí. Ojalá fuera tu mano la que va cogida a mi cintura en este momento. Pero no, no es así, se desvanece tu figura y siento que estoy perdida. Te oigo sonreír mientras te cuento que me he perdido, no he de explicarlo, porque tú ya sabes que yo siempre me pierdo... Y te quedas mirándome, absorto en algo que no consigo entender. Resbalan lágrimas de soledad por mis mejillas y pienso que no querrías verme en ese momento, se enciende una luz y veo mi reflejo y mis ojos enrojecidos por el lagrimal, siento cómo tu mirada se clava en mi conciencia, repitiéndome que aún así me quieres más. Continúo. Sigo perdida y siento el frío en mi piel. Ya, ya oigo ruido, mi mente se calma y se excita a la vez por si acaso pudiera encontrarte. No sucede. Nunca sucede. Así que llego a casa, por fin, está él y me besa apasionadamente. Dejo todo encima de la cama y subo a mirar las estrellas. Pienso en ti. Te encantaría estar allí. He subido a respirar. Hemos subido. A Dan le da miedo, como de costumbre, pero quiere hacerlo. Y yo... Yo llevo un vestido, largo hasta los pies y tropiezo con alguna teja, siento tu mano y tu sonrisa al subir hasta ese tejado, una de tus locas y perfectas ideas, como siempre, como todo, como tú. Te echo de menos. Ojalá estuvieras esta noche aquí en mi tejado, las estrellas me miran y siento la soledad en cada poro de mi piel. Rompo a llorar. Es hora de bajar. A Dan le aterra pero lo consigue, estamos vivos, vivos pero sin ti. Vivos pero sin ella. Os echamos de menos. Yo lo hago, al menos. Tu frase me revienta los tímpanos al escuchar que prefieres así de cualquier modo... y al saber que hoy no te tengo de ninguno.
sábado, 3 de agosto de 2013
Creí que mi padre era Dios.
lunes, 15 de julio de 2013
-No tengo ni tiempo, ni dinero. -Dijo con sus ojos clavados en mis pupilas y su miedo agarrado a las cuerdas vocales produciendo así un tono entre vulgar y prepotente. Supongo que con esto esperaba que yo saliera corriendo o algo así, pero estaba claro que no me conocía, no me conocía nada bien. -Está bien-, le dije. -¿Puedo así, sentarme a tu lado y disfrutar de tu grata compañía? Prometo no hacer ruido, no hacerte perder el tiempo, y por supuesto ... no causar gasto alguno -. La mirada de estupefacción tornó casi melancólica, no podía creerlo, pero lo que aquella bestia no lograba entender es que lo único que yo necesitaba era su sola presencia, su compañía, su tesón, sus días, él no debía hacer nada, nada excepto concederme la libertad de disfrutar de su maravillosa figura. Escéptico volvió la cara y escupió esas palabras que jamás borraré de mi pequeña memoria: -Nadie quiere sólo eso, tú no quieres eso. No es posible que exista alguien así. Y me ensombrece que además asumas que te creeré, no soy tan estúpido-. Soltó mi mano bruscamente, enfureció y jamás le volví a ver. Resultó ser más estúpido de lo que yo creía.
miércoles, 3 de julio de 2013
Infinitamente peor
Intuía que no ibas a venir nunca.
Pero si me llego a mover de allí,
me hubiera quedado la duda
y la duda era peor que tu ausencia.
(Ernesto Pérez Vallejo)
lunes, 24 de junio de 2013
Tarde de Junio de Otoño
El cielo ruge con fuerza, inunda el agua mi ventana. Lágrimas divinas que se desahogan después de unos días de auténtico infierno terrenal. Te pienso. Te pienso y aquel infierno que era tan sólo temperatura invade mi corazón por completo y deseo que tu vida sea un desastre. Quiero que sea así. Será que te habré dejado de querer. Te habré dejado de querer por completo, porque quiero que te partan en dos el corazón y que vengas a mí angustiado, a que sea yo quien cure tus heridas y te hable con ternura. Con la ternura de una madre y la paciencia de un corazón ya marchitado. Lo deseo con todas mis fuerzas. Deseo que vengas corriendo a que te abrace y sea mi regazo tu único consuelo. Y una manta de agua cubre por completo el paisaje, el cielo llora por mi corazón, parece que se ha secado, parece ya marchito, porque ha dejado de sonreír ante la imagen de que un día pudieras ser feliz. No, no quiero que sea feliz, me repito. No sin mi. El egoísmo pasa a formar parte de mi existencia, y eso sólo puede significar una cosa... El olvido está ya, a la vuelta de la esquina.
jueves, 20 de junio de 2013
Si te olvidase
"Recuerdo que al llegar ni me miraste, fui sólo una más de cientos.
Sin embargo fueron tuyos los primeros aleteos..."
(Zahara. Con las Ganas)
Florencia huele a ti, Florencia sabe a ti. Intento degustarla en otra boca y no alcanzo al placer de saborearla en la tuya y tan si quiera la conoces. Nunca has estado. No la has visto. Recuerdo que en algún momento te enseñé una foto, pero no mucho más. Recuerdo... Recuerdo que recuerdo y no quisiera yo dejar de recordar. O si, quizá si, bendito olvido... Pero si te olvidase, ¿sabes qué? Si te olvidase yo, mi amor, olvidaría la flor de lo prohibido, olvidaría la risa, olvidaría la vida. Si yo te olvidase, cariño mío, no encontraría a toda mi vida sentido. Y tan si quiera me acuerdo ya de ti, de cómo eran tus lunares o "de qué botón de tu camisa desabrochaba primero... Sólo me acuerdo que llovía... y yo te esperaba en la parada del metro. Pero haciendo un gran esfuerzo aún veo tu mirada en cada espejo".
miércoles, 19 de junio de 2013
Florencia
El calor aporrea la puerta como si tuviese prisa por entrar. En Florencia cantan los pájaros y susurran las palomas en mi ventana. Estar desnuda en casa a todas horas sin importarme nada más, me transporta a un tiempo pasado. Cuando siento que el calor ya es insoportable vacío el agua concentrada en un viejo calentador (que temo algún día reviente) sobre mi pecho ya empapado por el sudor. Continuo. No puedo estar aquí, cojo la bicicleta de paseo que ha acabado en mis manos sin saber quién fue su dueño y sin que me importe si quiera. Me paseo por la ciudad como si la viese por vez primera. Es bella... Es tan bella que quiero estar aquí más tiempo, mucho más tiempo, toda la vida... con este calor insoportable y con las preocupaciones creando moho en la basura. La vida es sencilla y maravillosa aquí. Mientras te cuento todo esto, preguntas por qué me fui. Es complicado, respondo. Y respiro. Y respiras. La ciudad se mete por mis venas hasta hacerme completamente suya, hasta agotar el hilo de mi existencia, hasta tenerla colgando del hilo de sus dedos. Es maravilloso haber vuelto y es maravilloso simplemente Ser.
martes, 11 de junio de 2013
Cómo romper un corazón.
¿Dónde están las palabras necesarias para romper un corazón?
Me llevaré toda su inocencia si es que alguna vez la tuvo
y me cuesta horrores imaginar cómo abrir en dos aquél corazón,
cómo succionarlo
cómo hacerlo duro. Y he de hacerlo,
y el momento se acerca
y no hay nada más horrible que saber que es cierto,
decirlo en voz alta,
observar su mirada
ver cómo se quiebran, cómo se empañan
o simplemente ver cómo no reaccionan sus pupilas dilatadas.
A veces, creo que no voy a sobrevivir
A veces creo que esto no es cierto.
Y otras veces quiero únicamente protegerla,
llevarla conmigo,
para siempre y por siempre.
Pero no puedo, ya lo sé.
A veces, simplemente, hay que seguir
aunque el camino se haga duro
aunque sea insoportable,
aunque todo se caiga.
A veces, te brindan una nueva oportunidad
y hay que seguir.
lunes, 10 de junio de 2013
La Genieración.
Perdida. Nos llaman la generación perdida. Es curioso, porque a mí el nombre de generación perdida me recuerda a Hemingway, Dos Passos, Fitzgerald (para quien no lo sepa, autor del Gran Gatsby)... Genios. Una auténtica generación de genios. Y así llamaría yo a la nuestra, la Genieración. La que no se conforma con estudiar una sola carrera, la mayoría tiene dos, incluso un Máster, Doctorado, hablamos como mínimo dos idiomas y otro más que, por lo menos... Lo entendemos, aunque sea porque tenemos un amigo que es catalán...
La generación perdida dicen... Incluso aquellos que en otra época hubiesen desechado cualquier forma de cultura general, tienen o luchan por un graduado escolar. A diario tenemos miles de formas de recoger información, bien sea a través de la televisión, con carteles de poesía en el metro, la feria del libro, aquel amigo intelectual al que todo el mundo escucha en las reuniones... Sabemos leer y escribir a la perfección, soñamos como ninguno e imaginamos como dioses. Sabemos cultivar tomates, sabemos cocinar al estilo de laabuela.blogspot.com, al de latíapepa.wordpress.com y también al de un tío raro de Suiza que hace unos brownies de miedo... Sabemos qué es un Brownie. Conocemos Nueva York sin tan si quiera haber estado. Hemos volado a la otra punta de Europa por un céntimo de Euro. Hemos sobrevivido al año 2.000, a la crisis de las punto com, hemos aprendido a usar todo tipo de aparatos eléctricos y ordenadores, sin dejar a un lado el papel para coger apuntes o la rayuela para saltar jugando con los amigos en la acera. Todo ha sucedido tan rápido, que en algunos bares han de poner una cestita para soltar los llamados smartphones, porque a veces, perdemos la perspectiva de la comunicación... pero es que tenemos amigos hasta en Tokio! Aún así, esto no ha hecho, que perdamos la ilusión por los Viernes, la cervecita del Domingo e ir a dar un paseo con aquella persona especial. Eso sí, ahora es más fácil, sólo "tengo que ponerle un Watsapp", Ay! Maldito watsapp! Hemos pasado, de aquellas novelas donde caminabas durante horas buscándote, a enviarle un video tonto y así iniciar una conversación... No es más fácil, ni mucho menos, es sólo distinto. Nos hemos adaptado a todas las formas de comunicación que ha habido en los últimos veinte años. Hemos pasado de comunicarnos con nuestro hermano, de balcón a balcón con un hilo y dos yogures, a comunicarnos con nuestro compañero de piso por Facebook, Twitter, Watsapp, Tuenti... Pero no nos hemos quejado! Al revés, nuestra capacidad adaptativa está casi a la altura de nuestra capacidad de ilusionarnos. Quizá, al cambiar las cosas tan rápido, se nos ha permitido no dejar de ser niños, tener siempre algo nuevo que ver y por supuesto, algo nuevo que ofrecer. Nosotros, esa generación, que se lee en el iPad a los escritores de la generación perdida, deberíamos ser recordados como los súper héroes, personas que a pesar de tener una formación intelectual muy elevada, deciden irse al campo a vivir de forma rural porque es más saludable o deciden marcharse durante largos períodos porque no les queda otra... y aún así, tienen que escuchar a los que dicen que lo hacen por kamikazes.
Me siento afortunada por vivir en esta generación. He podido estudiar varias carreras, aprender varios idiomas, conocer nuevas y maravillosas culturas, tener amigos repartidos por todo el mundo y he podido tomar la maravillosa decisión de volver a casa un día. Me he enamorado de personas muy parecidas a mi, y de personas que jamás hubiese conocido en otra época. He pagado una cena y me han impedido pagar otras muchas. Aún me ceden el paso para entrar y una vez que he pasado caminan a mi lado. Puedo dormir sola o acompañada, yo decido. Mi perro puede viajar conmigo a donde sea, resiste las distancias aunque fuera haya cuarenta grados. Puedo viajar sola, más que de atrevida, me tratan de aventurera. Es una verdadera delicia ser parte de esta generación, en la que la lucha más grande, no es sólo por sobrevivir, si no mucho más allá... por vivir, la lucha es por la tolerancia, por el respeto, por la ayuda a los demás, la lucha es por un mundo mejor, por merecer el nombre de la Era Aquarius, porque al final... es así: no es que el mundo esté loco...es que el ser humano es extraordinario!! y lo hemos comprendido. Luchamos por recuperar los valores mientras el mundo sigue su curso, luchamos por tener todo eso que en otras generaciones perdieron, luchamos por lo más importante: la felicidad, con una máxima de hedonismo, sin por ello sacrificar la felicidad de los demás. Somos la generación aquarius, coca - cola, cornetto y lo que queramos... porque incluso, hemos construido una publicidad que nos hace soñar. Y no, no nos vamos a conformar con el nombre de generación perdida... Cuando pase esta confusión, saldremos airosos por nuestro talento y nuestra experiencia, y seremos sin duda y más que nunca... La Genieración.
Dedicada a mi madre: Que como siempre, me enseñó con paciencia a leer y con una gran pasión: a soñar. Te quiero mamá.
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domingo, 9 de junio de 2013
Cómo pude no darme cuenta de que hay ascensores prohibidos
El corazón en la garganta, casi a la altura de mi boca.
Pienso en ti y se me desarma.
No puedo, no sé qué ha pasado, ni si quiera sé cómo he podido no darme cuenta.
Pienso en ti y me desmayo.
Pienso en ti y se acelera tan fuerte que casi hace que reviente.
Pienso en ti, en tus juegos y en tus manos. Pienso en ti y luego en mi . Me doy cuenta de que me voy. Menos mal.
¿Cómo pude no darme cuenta de que hay ascensores prohibidos, que hay pecados compartidos y que tú estabas tan cerca...?
Gracias a la vida
Para mí, la vida...
Es como esa amiga zorra, que siempre te da lo que quieres,
pero en el fondo... sabes que espera algo a cambio.
Siempre espera algo a cambio.
No se conforma con ver tu mirada de satisfacción, no.
No se conforma con la sensación de ver a un ser querido con una mirada de gozo, no.
Ella siempre quiere algo a cambio.
Maldita ramera despechada.
¿Qué quieres ahora?
sábado, 8 de junio de 2013
Escritura automática.
A veces me asomo a la ventana de la perfección
y aparece intacta tu figura.
Te guardo bajo mi piel
como la tímida sombra
que descubre entre nubes
un nuevo amanecer.
La voz de la inspiración
atormenta mis sentidos
mientras mis latidos
aún no dejan a mi mente despegar,
sonámbula en este sueño
acudo en llamas a ti.
Despierta mis sentidos,
ámame hasta que no quede nada.
Entiéndeme, no me entiendas.
Enciérrame. Libérame.
Dame la llave de esta locura.
Imprégname de ti hasta un nuevo amanecer.
Alimenta mi cordura,
Deja fluir mi ignorancia.
Quiéreme o no me quieras,
pero hazme tuya.
(El título de este poema representa su origen. Debí soñarlo.
Me desperté y tuve que coger un bolígrafo lo más rápido que pude porque se me derramaban las letras sin querer).
viernes, 7 de junio de 2013
Porque la vida es un paseo que se hace más llevadero en compañía
"Alguien divertido con quien andar del restaurante a tomar copas o de vuelta a casa. Alguien agradable con el que hacer un trayecto en coche por las mañanas. Alguien con quien ir de compras al supermercado no sea un suplicio. Alguien con quien la cola del cine se haga corta. Alguien con quien sea agradable ir andando hasta al dentista.
Sólo eso. Tan sólo eso. Simplemente eso.
Porque la vida, al fin y al cabo, no es más que eso: un paseo.
Al menos que sea divertido, ¿no?"
http://manual-de-un-buen-vividor.blogs.elle.es
Sí, supongo que al final, simplemente tratará de eso, de alguien que te haga sentir bien mientras vas haciendo el camino. Quizá he de rendirme y dejar toda esa vida sentimental tormentosa. Quizá el príncipe azul, igual que los candelabros que hablan francés no existen. Quizá una bestia nunca torne a ser bella. Quizá... Quizá en vez de querer tanto, debería empezar a aprender a querer bien, quién sabe. Quizá tenga razón y deba encontrar una media langosta con quien enganchar las patitas hasta los restos y no preocuparme de nada más. De bellas historias, del amor para siempre... Quizá deba dejar que un día alguien, justo cuando sea el final... succione mi cabeza sin compasión. Quizá sólo se trate de eso, dejarse llevar. Suena demasiado bien...
La Luna debajo del brazo (I)
Con un prozac en la mano izquierda y una copa de whisky de ocho años en la otra, amanece después de una noche aterradora. El viento golpea los cristales tan fuerte que parece estuvieran intentando desvalijar todo cuanto poseía. De fondo suena Quique González, repitiendo algo sobre kamikazes enamorados y piensa en Marco,y en cómo salió de puntillas por la puerta trasera de su vida hace tan sólo un par de noches. <<No hubiera aguantado este tremendo ruido de cristales y maderas, el retumbar del viento sobre la baranda de hierro. No lo hubiese soportado... Una pena>>, pensó. Y así, se dispuso a tragar el desayuno: un conjunto de papeles por retomar. No había manera. La vajilla, regalo de la cuasiboda con Pedro cobraba vida en el fregadero, la cama llevaba días desecha mientras ella se quedaba dormida cada cada noche frente a un libro en el sofá (una cherlon color gris perla que no hacía juego con casi nada de su diminuto piso, pero lo único que le quedaba de todo lo que había compartido con ese fatídico idiota de Pedro), y Dante no soportaba los paseos de rigor en los que sólo podía defecar en un cuadrilátero habilitado para ello. Su vida estaba hecha un verdadero desastre. Siempre lo había estado, pero ahora más. La indecencia decoraba sus paredes y le cerraba la puerta a toda moralidad que creía podía jugar algún papel en su vida. Las cosas estaban así, y así se iban a quedar. Al fin y al cabo, las adicciones de su padre y la permanente ausencia de su madre, le hacían sentirse cómoda en aquél escenario.
Pensó que le hubiera gustado dormir abrazada a alguien aquella noche, recordó a Jaime y cómo comenzó su historia. Ella siempre se abrazaba a él por la noche cuando se conocieron. Él le confesó que era incapaz de dormir oprimido (como él siempre decía) por alguien. Pasaron los días y una noche, de pronto, despertó Jaime entre sueños y le pidió que le abrazara con fuerza, a partir de ahí, algo cambió entre ellos. Le inspiró ternura su propia historia, pero no mucho más, se había enamorado del mejor amigo de Jaime, Julián. Y ese hecho nada lo podría cambiar...
jueves, 6 de junio de 2013
He enloquecido dulcemente
Me había enamorado de él. Era tan absurdo como real. Y no podía pensar en absolutamente otra cosa que no fuera él. El único que acompañaba mis versos desde que le conocí. El único que acompañaba mis noches... Lo supe en el momento en que su mano rozó mi pálida piel y mi rostro enrojeció. Lo supe cuando a su lado sentía el arder de mis entrañas sin pudor. Lo supe con cada estrofa, lo supe con cada swim que acompañaba un poema, lo supe con cada palabra, lo supe desde que le vi.
Tenía que ser mío, así iba a ser.
La historia de Mafalda.
http://manual-de-un-buen-vividor.blogs.elle.es/2013/05/15/y-deja-que-te-mate/
Hace muchos años conocí a una chica en uno de esos viajes sin billete de vuelta. Era muy divertida, robaba botellas de vino del comedor de su residencia de monjas y me dejaba siempre algún disco diciendo “Tienes que escuchar esto”, mientras me clavaba aquellos ojos encendidos, como si fuéramos dos espías en la Viena de la II Guerra Mundial y me estuviera entregando un microfilm con información crucial para el devenir de la humanidad.
¿Qué cómo se llamaba?
Pongamos que Mafalda.
Mafalda iba por la vida como una funambulista, con un pie dentro y otro fuera. Siempre por el lado salvaje de la vida. Muy Lou Reed.
Mafalda fumaba. Claro que fumaba. Las chicas como Mafalda siempre fuman. Eso es algo que va con el personaje. Pero nunca olía a tabaco. Ella jamás lo habría permitido.
Enamorarse de Mafalda era algo inevitable. Tenía seis balas en el tambor de ese revólver que tenía por alma y todos mis amigos y yo fuimos cayendo como moscas.
Bang, uno. Bang, dos. Bang, tres. Bang, cuatro. Bang, cinco.Bang, seis.
Y todo olía a pólvora, a cerilla apagada y a su colonia.
Uno trataba de no caer en su tela de araña pero acababa enredado por todos lados. Caíamos. Caíamos con la delicadeza de un piano de cola desde un ático. Como elefantes por el desfiladero de las Termópilas. Así caíamos.
Y lo peor es que ni te dabas cuenta. ¿Yo? Ja, ja, ja. No pienso caer, decías confiado. No. Niet. Nunca. Jamás. Never. Pero éramos los 10 negritos de Agatha Christie: nuestro fatal destino ya estaba escrito.
Ella me veía como un chico estupendo para charlar de discos y tomarnos unas copas. Yo la veía a ella como una chica estupenda para curar con Betadine los arañazos en las rodillas de alguno de los 25 hijos que planeaba tener con ella.
Siempre lograba encontrar una o doce maneras de escapar descalza por la puerta de atrás de mi vida.
Nunca nos peleamos por Mafalda. Porque no tuvimos oportunidad. Habría sido como pelearse por ver a quién le ilumina más la luna. Era una disputa estéril. Ella vivía en una huida constante y nosotros íbamos detrás a lomos de un caballo de tiovivo.
Mafalda era como Moby Dick. Si ella leyera que la estoy comparando con una ballena probablemente me arrancaría el corazón, como en esa escena de Indiana Jones, y me lo pasaría por la termomix. ¡Una ballena! Qué desfachatez. Con lo presumida que era ella.
Pero cuando digo que era como Moby Dick es porque era rara, diferente a todo, única. Y todos la perseguíamos por eso. Y ella te arrastraba hacia el fondo del mar, como al capitán Ahab.
Las chicas decían que tenía cierto aire a Uma Thurman en algunos gestos. Pero era más guapa. Sobre todo en verano. En verano Mafalda reventaba corazones. Porque la piel, los ojos y el pelo le brillaban como brillan las cosas recién hechas.
Siempre digo que mi móvil favorito era un lamentable Siemens que ya estaba desfasado antes de que saliera al mercado. De formas bastas y rotundas, era perfecto como arma arrojadiza. No tenía pantalla táctil, ni cámara, ni juegos, ni internet ni nada remotamente útil. Pero tenía los mensajes de Mafalda. Esos mensajes que releía sin darme cuenta y que en 140 caracteres encerraban risas, historias y enigmas.
Cuando recibía un mensaje de Mafalda, me ponía de rodillas, como si celebrara el gol del minuto 116, mirando al cielo, I belong to Jesus, y daban ganas de descorchar una botella de champán y beber de ella y luego ir haciendo la conga a celebrarlo.
Una noche de verano en Madrid volvía andando con ella cerca de Cibeles. Hacía calor, la ropa se nos pegaba al cuerpo y estaba amaneciendo. Y me dijo lo mucho que le apetecería bañarse en la Cibeles. Y yo no podía dejar de imaginármela como a Anita Ekberg en La Dolce Vita.
Mafalda fue quién me enseño que Frank Sinatra era puro rock and roll.
Ponía un vinilo heredado de su padre. Y bailaba. Lento. Siempre muy lento.
Hubo una época en la que tenía que dar la vuelta a los libros de mi estanterías que Mafalda me había regalado. Porque no me dejaban dormir. Eran como amenazantes ojos de una serpiente en mitad de la oscuridad de mi cuarto. O como el puto tic tac de uno de esos Swatch que no te dejan pegar ojo.
Mafalda siempre vivía de noche.
Vivimos de noche y bailamos rápido para que no nos crezca la hierba bajo los pies. Ese es nuestro credo.
Pero no me estoy refiriendo a que acabara en la tarima de un after bailando “La mayonesa”. Hablo de otra cosa.
Hablo de que siempre tenía una última bala. Un último baile. Una última copa. Una última canción.
Su vida era siempre un gol en el descuento. Un permanente acto de locura como subir a rematar un corner con el portero.
Hablo de echar un pulso al día hasta caer desfallecida en la cama. De no rendirse nunca.
De rebañar el plato, aprovechar la última gota de la botella de vino y Carpe that fucking Diem.
De como cuando eras niño y sorbías como un chupóptero las últimas gotas de tu batido. De cuando no pensabas nunca en el mañana. De cuando leías con la linterna debajo de la cama cómics de Asterix y Tintín hasta que se te cerraban los párpados. De cuando te revolvías como gato panza arriba para no irte a dormir.
Siempre me recordó al personaje de un cuento de Hemingway que decía:
Yo soy uno de los que les gusta estar en los cafés hasta que cierran.
Con los que nunca se van a dormir.
Con los que necesitan una luz por la noche.
Mafalda siempre se reía con los cosas que le escribía. Se reía fuerte y se le marcaban los músculos del cuello y parecía que en cualquier momento iba a entrar en autocombustión.
Tienes que escribir, escribir y escribir. Y cuando te canses, escribe más. Y escribe. Y escribe. Y escribe.
Nunca lo dejes.
Porque lo más importante en esta vida es encontrar lo que te gusta.
Y entonces, dejar que te mate.
Perdí la pista a Mafalda. No sé en qué andará metida. A lo mejor ahora está casada con un armador griego millonario, a lo Jackie Kennedy.
Eso sería muy de Mafalda.
En una ocasión leí que la gente que más te ayuda es la que entra y sale de tu vida, como un fantasma. Como Mafalda.
En estos días de invierno disfrazados de primavera, de dolorosas derrotas del Real Madrid y en los que uno puede escuchar la lluvia cayendo en el corazón, me acuerdo de “Rain in my heart” de Sinatra.
Y pienso en Mafalda.
Y pienso si sigue dejándose matar por aquello que le gusta.
(El guardián entre el Centeno. Manual de un buen vividor)
miércoles, 5 de junio de 2013
La Luna, ángel custodio del que espera
A veces tengo la moral un poco distraída, sí, lo sé, lo entiendo. No me importa, de hecho. Tengo los mismos escrúpulos para no dejarte marchar esta noche que para esperarte el resto de mi vida si es que en verdad vas a volver.
Anoche te estuve esperando y no llegaste.
No llegaste porque nunca te has ido.
Nunca te fuiste porque nunca has estado.
Nunca estuviste porque yo siempre te he esperado.
Ayer, fue ayer... Y yo,
Yo te esperaba por la mañana,
Yo te esperé por la tarde
Y aún así, yo,
Seguí haciéndolo con mucha calma por la noche
Mientras otros sueños invadían mi almohada,
Mientras la Luna tentadora se reflejaba en mi ventana,
Mientras mi perro aullaba sobre tu vacío bien entrada la madrugada.
Mientras tanto...
En silencio,
Yo siempre te esperaba.
Te esperé pero nunca viniste
Te esperé pero una vez más te fuiste.
Te esperé aunque la lucidez desordenase el edredón.
Te esperé, pero una vez más la eternidad envolvió completa la espera.
Sé bien que te vas.
Sé bien que no vuelves.
Sé bien que te pierdes.
Sé bien que la enajenación
muestra una descripción perfecta
si me abandono a los versos de este amor incorregible.
Incorregible,
obstinado,
pertinaz,
inteligible.
Lo sé,
Y aún así, anoche... yo te estuve esperando.
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