domingo, 15 de septiembre de 2013

Desde que la amistad se acuesta con mi amante





Querido Néstor,

Sé cuánto odias saber que Daniel ha estado en mi cama. Sé cuánto odias saber que la fragilidad ha hecho acopio de todas mis fuerzas y ha dejado que su tez morena iluminase mi almohada. Pero... querido Néstor... Estoy tan sola. La amistad se ha vuelto extraña y el amor huye cada amanecer por mi ventana. La soledad me ahoga y el silencio aguarda, como una dulce condena a verme una vez más completamente destrozada. Querido Néstor, sé que no soportas ver cómo él es mi único resguardo, sé que no soportas saber que mi único aliento son sus brazos. Pero cuando el día termina, miro sus afilados ojos marrones y se clavan como cuchillos mientras hace aparecer esos hoyuelos que transportan en un delicioso éxtasis a otro mundo mi mirada. Pero cuando el día termina, se tumba junto a mi, ofreciendo su cariño como posada. Pero cuando el día termina, cansada... busco su regazo, impaciente, por sostener mi desconsuelo. Y bien sé, querido Néstor, que cuando el día acaba, debiera yo recuperarme, debiera yo descansar de la vida, y no dejarme vencer por un amor de tortura. Pero querido Néstor, desde que la amistad se acuesta con mi amante y el amor se enaltece con mi gran enemigo El Egoísmo, me siento tan perdida, que no me queda otro remedio que regalar mi corazón.


Esperando algún día lo entiendas.

Siempre tuya, siempre mío. Siempre nuestros,


Patricia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario