miércoles, 7 de agosto de 2019

Ha anochecido en mi sofá y aún no he querido encender la luz para que no me aplaste la certeza de tu ausencia. Miro por la ventana buscando una estrella fugaz que lleve tu nombre, y el cielo sin estrellas de Madrid me recuerda, de nuevo, que ya no estás. Qué voy a hacer. Cómo voy a amar a otra persona que no seas tú. Hubiera abrazado todos tus miedos hasta hacerlos míos. Hasta que no quedase nada de ellos en ti. Comencé a evaporarme, a quererte tanto que dudé de mí. Pero sobre todo de ti. ¿Cómo podía quererte si no estabas? Si ni siquiera ibas a venir. Algo en lo más profundo de mi ser me llevaba hacia ti. Creo que me recordabas a mí hace unos años. Animal herido. Y quise hacer contigo lo que la primavera hizo con los cerezos. Sin recordar que las estaciones son lugares de paso. Y que yo quise quedarme para siempre en tu abrazo. ¿Lo sentiste, al menos? ¿Qué hago yo ahora con todo este amor? Dime, dónde lo pongo yo.

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