martes, 27 de noviembre de 2012



Recuerdo aquella noche. Recuerdo como azotaba el corazón de la misma manera que lo hace ahora cuando la memoria aprieta. ¡Dios! Cómo duele el recuerdo... Hablamos. La sensibilidad afloraba ya por lo cerca que estaba la despedida, por lo intensa que estaba siendo aquella historia. La conversación pasó a ser una discusión y la discusión pasó a ser una disputa seria y equivocada. Hablamos en un tono frío y él concluyó con algo a lo que yo tan si quiera supe qué responder. Me quedé ahí, paralizada, con el espíritu a punto de estallar, mirando impasible la televisión porque era lo más inteligente que se me ocurría en aquel momento, de hecho era lo único que se me ocurría. Nervios. Miedo. Procuraba no respirar muy fuerte, no le fuera a molestar mi sola presencia. Inseguridad. Dolor. No quería estar allí, pero mucho menos irme lejos. Era la primera vez en varios años que mantenía una conversación distorsionada con alguien que me importase lo suficiente como para hacerme temblar.
En mi mente, otro tiempo pasado. Otra persona. Otra vida. Apareció él, aquél que se llevo mi yo misma consigo, insultándome, desgarrándome con su mirada penetrante, su mirada de decepción. Me volví pequeña, creo que por un momento desaparecí de la habitación. No estaba allí.
De repente, una mano tierna a pesar de su textura algo áspera por el oficio y poco cuidado de sí mismo, me rozó el brazo que sujetaba desesperadamente mi cabeza a la búsqueda de una solución. Me agarró suavemente y me invitó a desafiar aquella mirada que llevaba varios minutos evitando por no encontrar frialdad y desaprobación en ella. Al volver la cara, le vi, estaba tan consternado como yo y no  podía verme sufrir, miré sus ojos y sentí su calor. Me agarró fuerte contra su pecho y aprecié el latir de su corazón, casi tan fuerte como el mío, con miedo, con dolor y con amor. Y así me quedé, refugiada en un suave y paternal regazo entre aquellos brazos que consiguieron, a pesar de todo, calmar mi temor. Lágrimas corrían desgarradoras por mis mejillas, nunca supo por qué.

Un comentario sin más





"Lo que mucha gente llama amar consiste en elegir a una mujer y casarse con ella. La eligen, te lo juro, los he visto. Como si se pudiese elegir en el amor, como si no fuera un rayo que te parte los huesos y te deja estaqueado en la mitad del patio. Vos dirás que la eligen porque-la-aman, yo creo que es al revés. A Beatriz no se la elige, a Julieta no se la elige. Vos no elegís la lluvia que te va a calar hasta los huesos cuando salís de un concierto."

Del capítulo 93 de Rayuela


Ojalá y no use la "fórmula del amor" para enamorarme.. sufriré algo más, eso seguro.. pero será de ese, del bueno, del que hace temblar las piernas y hervir el corazón, del que te mantiene helado, del que te vuelve improductivo. De ese. Ojalá, aparezca en el momento adecuado, con la percha adecuada y los zapatos limpios. Ojalá yo lleve los labios recién pintados. Ojalá sea totalmente compatible. O mejor no. Que aparezca mejor el peor día, ese que llego tarde y salgo de casa con deportivas y sin maquillar, que él ande despistado y se choque conmigo ofuscado porque al contrario que yo se levanta con mal pie. Que nos conozcamos y nuestras incompatiblidades nos hagan pensar que no tenemos la fórmula adecuada para que esto dure para siempre, pero que aún así el corazón venza. Mejor que sea tan fuerte que todo esto, la fórmula ideal se cultive con el pasar de los años, con la comprensión y el cariño y con la simbiosis producto de la diversidad. Ojalá y sea así.

Y una cosa más que leí de alguien que desgraciadamente no sé quién es:

"Si estás buscando al amor de tu vida. DETENTE. Te estará esperando cuando comiences a hacer las cosas que amas".


(Comentario ante un post que habla fríamente de cómo encontrar el amor verdadero... )

Infidelidad Literaria.



¡Mierda!
¡Acabo de empezar a leer otro libro sin querer!
¿Pero qué coño me pasa? ¡Este es el quinto ya! Y no puedo dejarlos. Soy una maldita infiel literaria. Cojo uno, lo absorbo durante horas, le quito el veneno, le entrego mi pasión, y en cuanto veo otro que me gusta lo empiezo y repito la misma historia. Libros que nunca acaban. Historias en stand by esperando a que alguien les regale un final, y mientras leo, y mientras viajo, y mientras estudio, y mientras vivo. Mientras, cotilleo en algún blog, escribo y leo. Y vuelvo a ser infiel, y sigo dándole amor al que me apetezca ese día aunque algo menos apasionado, claro está, pero le quiero igual, ¿cómo no le voy a querer? Y ahí están, esperándome en la débil estantería, queriendo alimentar mi hambre, mi locura, mirándome desesperados, a la espera de que sea yo quien les regale aquel final. Mientras tanto, esta noche será Rayuela quién despierte mi pasión y Julio Cortázar mi amante, el que me desvele en la más oscura profundidad de la noche.

lunes, 26 de noviembre de 2012

O mejor aún, a una que escriba.


Sal con alguien que se gasta todo su dinero en libros y no en ropa, y que tiene problemas de espacio en el armario porque ha comprado demasiados. Invita a salir a una chica que tiene una lista de libros por leer y que desde los doce años ha tenido una tarjeta de suscripción a una biblioteca. 



Encuentra una chica que lee. Sabrás que es una ávida lectora porque en su maleta siempre llevará un libro que aún no ha comenzado a leer. Es la que siempre mira amorosamente los estantes de las librerías, la que grita en silencio cuando encuentra el libro que quería. ¿Ves a esa chica un tanto extraña oliendo las páginas de un libro viejo en una librería de segunda mano? Es la lectora. Nunca puede resistirse a oler las páginas de un libro, y más si están amarillas.


Es la chica que está sentada en el café del final de la calle, leyendo mientras espera. Si le echas una mirada a su taza, la crema ha adquirido una textura un tanto natosa y flota encima del café, porque ella está absorta en la lectura, perdida en el mundo que el autor ha creado. Siéntate a su lado. Es posible que te eche una mirada llena de indignación, porque la mayoría de las lectoras odian ser interrumpidas. Pregúntale si le ha gustado el libro que tiene entre las manos.



Invítala a otra taza de café y dile qué opinas de Murakami. Averigua si fue capaz de terminar el primer capítulo de “Fellowship” y sé consciente de que si te dice que entendió el “Ulises” de Joyce lo hace solo para parecer inteligente. Pregúntale si le encanta Alicia o si quisiera ser ella. 



Es fácil salir con una chica que lee. Regálale libros en su cumpleaños, en Navidad y en cada aniversario. Dale un regalo de palabras, bien sea en poesía o en una canción. Dale a Neruda, a Pound, a Sexton, a Cummings y hazle saber que entiendes que las palabras son amor. Comprende que ella es consciente de la diferencia entre realidad y ficción, pero que de todas maneras va a buscar que su vida se asemeje a su libro favorito. No será culpa tuya si lo hace. Por lo menos tiene que intentarlo.



Miéntele. Si entiende de sintaxis también comprenderá tu necesidad de mentirle. Detrás de las palabras hay otras cosas: motivación, valor, matiz, diálogo; no será el fin del mundo. 



Fállale. La lectora sabe que el fracaso lleva al clímax y que todo tiene un final, pero también entiende que siempre existe la posibilidad de escribirle una segunda parte a la historia y que se puede volver a empezar una y otra vez y aun así seguir siendo el héroe. También es consciente de que durante la vida habrá que toparse con uno o dos villanos. 



¿Por qué tener miedo de lo que no eres? Las chicas que leen saben que las personas maduran, lo mismo que los personajes de un cuento o una novela, excepción hecha de los protagonistas de la saga Crepúsculo. 



Si te llegas a encontrar una chica que lee, mantenla cerca, y cuando a las dos de la mañana la pilles llorando y abrazando el libro contra su pecho, prepárale una taza de té y consiéntela. Es probable que la pierdas durante un par de horas, pero siempre va a regresar a ti. Hablará de los protagonistas del libro como si fueran reales y es que, por un tiempo, siempre lo son.



Le propondrás matrimonio durante un viaje en globo o en medio de un concierto de rock, o quizás formularás la pregunta por absoluta casualidad la próxima vez que se enferme; puede que hasta sea por Skype.



Sonreirás con tal fuerza que te preguntarás por qué tu corazón no ha estallado todavía haciendo que la sangre ruede por tu pecho.

Escribirás la historia de ustedes, tendrán hijos con nombres extraños y gustos aún más raros. Ella les leerá a tus hijos The Cat in the Hat y Aslan, e incluso puede que lo haga el mismo día. Caminarán juntos los inviernos de la vejez y ella recitará los poemas de Keats en un susurro mientras tú sacudes la nieve de tus botas.



Sal con una chica que lee, porque te lo mereces. Te mereces una mujer capaz de darte la vida más colorida que puedas imaginar. Si sólo tienes para darle monotonía, horas trilladas y propuestas a medio cocinar, te vendrá mejor estar solo. Pero si quieres el mundo y los mundos que hay más allá, invita a salir a una chica que lee.




O mejor aún, a una que escriba.


(RoseMary Urquico. Sal con una chica que lee)



Por casualidad, he topado con esta lectura de Urquico antagónica por completo a la de Warnke. He de reconocer que mi egocentrismo ha hecho que la tecleara fugazmente entre estas páginas porque me sentía totalmente identificada con la protagonista de la historia. Pero he de decir una cosa, no salgas con una chica que lee porque ellas han aprendido a contar historias. Tú con la Joyce, con la Nabokov, con la Woolf; tú en una biblioteca, o parado en la estación del metro, tal vez sentado en la mesa de la esquina de un café, o mirando por la ventana de tu cuarto. Tú, el que me ha hecho la vida tan difícil. La lectora se ha convertido en una espectadora más de su vida y la ha llenado de significado. Insiste en que la narrativa de su historia es magnífica, variada, completa; en que los personajes secundarios son coloridos y el estilo atrevido. Tú, la chica que lee, me hace querer ser todo lo que no soy. Pero soy débil y te fallaré porque tú has soñado, como corresponde, con alguien mejor que yo y no aceptarás la vida que te describí al comienzo de este escrito. No te resignarás a vivir sin pasión, sin perfección, a llevar una vida que no sea digna de ser narrada... (Warnke).

Consejo de una chica que lee.

De hombres y libros.


Soy de esas mujeres que necesitan leer varios libros a la vez. Porque mantenerse fijada en tan sólo uno de ellos, le robaría la pasión, la naturaleza y la vida. Para mí un libro es tan mío, que se mete dentro y me ciega las entrañas. Me agarra el corazón hasta hacer que la despedida sea cruel. Si tengo varios a la vez en mis manos, la tortura es más lenta, e incluso a veces más placentera. Un orgasmo prolongado, un éxtasis corriente. Digamos que prefiero tener varios placeres lentamente que un sexo multiorgásmico de una sola vez que sé que se llevará consigo toda mi estabilidad emocional. Lo sé. Lo necesito. No hay más. Lo mismo me pasa con los hombres.

domingo, 25 de noviembre de 2012

¿Qué mierda no estamos haciendo bien?

- ¿Sabéis algo del chico?

- Dicen que se ha suicidado...

Me tiemblan las piernas. No puedo continuar. Intento hacer como que no he escuchado nada, pero no puedo. Rompo a llorar. Tiemblo y me detengo. Suelto todo lo que tengo entre manos y me siento a coger aire. Breathe. Dos suicidios en un intervalo de una semana. Dos auto - homicidios, en un círculo de gente relativamente pequeño. Y sólo me queda preguntarme... ¿qué coño nos pasa?  ¿Qué mierda no estamos haciendo bien? ¿Hacia dónde estamos llevando esta sociedad para que personas con toda una vida por delante, con años y años llenos de 365 oportunidades para comenzar de nuevo sientan que ya no pueden más, que no saben cómo hacerlo, que no quieren...? ¿Alguien puede explicarme en qué valores estamos basando la vida de nuestros semejantes para que nos lleguemos a rendir, para que nos sintamos desdichados a diario, para que no pidamos ayuda? ¿Cómo nos dejamos llevar hasta ese punto? ¿Cómo cruzamos la maldita línea que separa el no puedo más del ya no hay más? 

Depresión. Ansiedad. Hastío. No son los problemas básicos de la sociedad. Son la consecuencia. Y hasta que no lo veamos, hasta que no dejemos de buscar la falsa felicidad, hasta que no aceptemos al que tenemos al lado con cada pequeña inquietud, hasta que no aceptemos cada error y cada paso y hasta que no nos prestemos a dar la mano cuando a alguien le cuesta subir la escalera... Seguiremos así, muriendo en vida, para acabar todos en el mismo lecho de muerte. Maldita sociedad. 

D.E.P.

sábado, 24 de noviembre de 2012

Dónde está Aladdin cuando el cuento se acaba?

Despierto a medio día de un sueño bastante ligero pero confuso. Miro a mi alrededor. No hay nadie. Creo haber soñado que había alguien en mi cama. Estoy totalmente despierta, así que puedo abrir los ojos sin pudor. Me desperezo boca arriba y lo veo, mi pequeña obra de arte, "el muro de las contemplaciones" como yo lo llamo. Tiene tantas cosas escritas... Sólo falta un "tú" que rompí entre medias de esa elaboración maldita. Leo pausadamente y algo despierta en mi, o quizá ya estaba antes. Ya está bien de esperar, me digo sin saber muy bien a qué me refiero. Pero me delato en seguida. Sí, ya está bien. Sigo conversando conmigo misma... Son dos meses y medio, a tres mil kilómetros de distancia, no hay más. No ha habido más, si no sueños que corrían por mi mente de una manera falsa y descarada. De una manera inocente. Cuánto tiempo más vas a esperar? Me grita mi subconsciente. Derramo una lágrima al tiempo que sé que estaba dispuesta a esperar toda una vida si fuera necesario. Sigo leyendo cada pequeña palabra que hay en el muro. Mi subconsciente, que ha pasado a ser mi consciente está realmente enfadada, enfadada porque siga creyendo en esos cuentos de princesas que nunca ocurrirán porque la vida no es así. Yo misma intento defenderme de ese pensamiento rebatiéndome que no espero que sea así sólo trato de que sea así, al menos por mi parte, no espero que él ande esperándome. Me doy cuenta de lo ridículo de esta reflexión y quiero romper a llorar, pero hay algo que me lo impide. Sigo leyendo. Repaso con la mirada las letras impregnadas de Breathe. Sigo... Sueña, imagina, confía, dan, templanza. Y comienzo a tomar conciencia, a ser realista. No va a volver. No va a aparecer. Y yo, no puedo estar para siempre esperándole. No es lógico. No es sano. De hecho, es tan insano que sí sigo esperándole y algún día vuelve, lo arruinaré todo, porque ya mis fuerzas se fueron esperándole. Quizá deba hacer algo, por él, por mi, por todos. Quizá sea hora de dejar de esperar para, de nuevo, encontrarme a mi misma.
Querido Walt Disney... No tengo nada que decir, nos has roto el corazón a todas y cada una de las niñas de mi generación. Dónde está Aladdin cuando su princesa está cansada? Cuando vienen los malos? Cuando el cuento se acaba? Dónde está él entonces? Ah, si. En busca de la lámpara maravillosa.

viernes, 23 de noviembre de 2012

Sin nada mejor que hacer.


Despierto exaltada de un sueño aterrador. No sé muy bien si por las fechas que se acercan, por la serie a la que estoy enganchada últimamente, por la mezcla de ambas o por lo maravillosamente retorcida que es la mente humana. Un hospital. Tú y esa moto nueva. Tres mil kilómetros de distancia, nueve horas de viaje, dos autobuses y un avión después, me encuentro perdida allí, saliendo a tu encuentro. Maldita pesadilla. Tres días allí encerrada que se me han hecho eternos. Aún noto como pinchan los trozos de corazón que se han partido en dos. Duele. Duele casi tanto que no puedo respirar. Y yo tan lejos. A veces ni si quiera nos damos cuenta de lo corta que es la vida, de lo lejos que estamos y de lo mal que lo hacemos en determinadas ocasiones. Y otras, nos damos cuenta demasiado pronto. No podemos vivir siempre con miedo, simplemente debemos vivir, tener paciencia, esa es la lección que he aprendido en los últimos años y aún no la sé desarrollar del todo. Paciencia, porque todo llega. Paciencia porque lo que tenga que ser será. Y yo, mientras, decido esperar por si acaso volvieras, por si acaso se te ocurriera asomarte por aquí, que tengas la cama recién hecha, con las sábanas cambiadas. No sé por qué, pero lo quiero así. No por ti, si no por mí. Es una forma egoísta de amarte. Ya ves. Hoy siento que hasta mi olor ha cambiado. Puede que ya no te guste, pero como dije una vez, mientras tanto... No tengo nada mejor que hacer. Simplemente, esperarte.

Las hadas.



Entonces llega. Llega ese momento en que dudas de todo. Dudas de ti misma. Dudas del amor, de la amistad, hasta de la familia. No te crees en potestad de recibir amor porque te sientes insegura, a pesar de que día a día regales cada trozo de vida que sustentas. A pesar de todo, eso llega. Y te planteas si merece la pena seguir así, pierdes la confianza en tus semejantes, esa que tanto te ha costado conseguir. La pierdes por completo. La Fe en el Ser Humano. Empiezas a creerte aquel cuento de que la gente es mala por naturaleza y te sientes un bicho raro. Una flor en medio de un bosque que comienza a marchitarse. Quieres confiar en que existe gente maravillosa, ausente por completo de palabras como el egoísmo y que simplemente dan, sin miedo a perder, sin pudor por recibir. Y justo cuando estás a punto de perder la fe y casi rendirte, aparecen. La vida las pone ahí, como si siempre hubieran estado, como si fuera natural, como si todo lo demás hubiera sido un espejismo Vienen con brochas y pinturas de color de rosa para alegrarte los días. Quitan las goteras de tus paredes oculares y ¡zas! ¡brochazo! ¡se te iluminó la mirada! Y siguen por ahí, saltando, bailando y cantando, como las hadas... (aaaah! ahora lo entiendo! ahora entiendo cuando mi madre hablaba de sus amigas más cercanas como eso, las hadas...), y lo colorean todo, juegan, sonríen y hacen que el mundo parezca mejor. Iluminan de nuevo esa pequeña luz que estaba apunto de morir, encienden la llama que casi logra consumirse, y siguen jugando y cantando... las hadas. Con su risoterapia natural, sus conversaciones secretas, y por supuesto esa maravillosa protección que sólo ellas pueden darte ante el auténtico mal, que con alegría y buen humor, aprendes a descubrir que también existe. Hay quien no lo entiende, pero yo vivo en un continuo sueño, y por fin sé que alguien más también. Las hadas.

Gracias queridas hadas, y gracias a mi hada madrina particular, que me enseñó a creer en los sueños. Esa eres tú, mamá, la principal. Gracias de todo corazón.

lunes, 19 de noviembre de 2012

Conversaciones con Luz

Cuando Luz me preguntó por él, exploté como una bocanada de fuego sale por una pequeña ventana de una casa entera en llamas. Necesitaba decirlo, necesitaba hablarlo, necesitaba contarlo. Escuchar su nombre en boca de alguien. Saber que no había sido una mentira, que alguna vez él existió. Escucharme a mi misma lo mucho que desearía que esta historia no hubiera ocurrido así. Me encantaría haber llorado hasta saciarme, me encantaría haber hablado durante horas de lo mucho que le pienso al día, de lo mal que estoy ejecutando el plan del olvido. Sin embargo, un "La vida es así. Todo pasa. Estas historias siempre tienen que acabar". Salió de mi boca. Mientras mi mente me imaginaba agarrándole del brazo y contando, - Sabes? He decidido esperarle. Porque aún me niego a olvidarle-. Pero la vida sigue y tal y como nos mostramos al resto nos vemos a nosotros mismos. Y vulnerabilidad es lo que menos necesito. Así que mantuve una conversación breve y poco intensa, fácilmente controlable. En seguida pasamos a otro tema.

Lo malo de las amigas, es que por muy fría que quieras mostrarte, por muy breve que quieras hacerlo, sólo con mirarte a los ojos son capaz de descifrar la magnitud de la llamarada. Ella sabía que estuvo a punto de salir ardiendo, aún así, me dejó continuar.

domingo, 18 de noviembre de 2012

Y es todo un trabajo seguir.


Cada día pienso menos en ti y me empiezo a acostumbrar...

(Pereza. Tú qué tal)

"Una mujer inteligente besa sin enamorarse,
escucha pero no cree
y abandona antes de ser abandonada."

(Marilyn Monroe)

el principio del fin.


Aquella noche fui consciente, no tenía la más mínima intención de olvidarte. 
Así que comencé a esperarte.

Californication.


- Papá, me duele el corazón.

- A mí también, hija. ¿Quieres hablar de ello?

- No, estoy bien así. Pero... Sólo una pregunta, ¿Cuándo deja de doler?

- Sé que te sonará al típico consejo paternal, pero... Si tienes suerte, nunca. 


(Californication. Beca y Hank.) 

viernes, 16 de noviembre de 2012

Todo lo que nunca tendrás

Lo daría todo, absolutamente todo por uno solo de sus abrazos. Por una noche entera junto a él, así, respirando fuerte detrás de mi espalda.




jueves, 15 de noviembre de 2012

Cómo será aquél....



Era feliz en su matrimonio, 
aunque su marido era el mismo demonio, 
tenia el hombre un poco de mal genio, 
ella se quejaba de que nunca fue tierno, 

desde hace ya mas de tres años, 
recibe cartas de un extraño, 
cartas llenas de poesía, 
que le han devuelto la alegría, 

quien te escribía a ti versos 
dime niña quien era, 
quien te mandaba flores, por primavera, 
quien cada nueve de noviembre, 
como siempre sin tarjeta si, 
te mandaba a ti un ramito de violetas 

a veces sueña ella y se imagina, 
como será aquel, que a ella tanto la estima 
será mas bien hombre de pelo cano, 
sonrisa abierta y ternura en sus manos, 

Quien será quien, sufre en silencio? 
Quien puede ser, su amor secreto? 
ella que no sabe nada, mira a su marido 
y luego se calla 
quien te escribía a ti versos 
dime niña quien era, 
quien te mandaba flores por primavera, 
quien cada nueve de noviembre, 
como siempre sin tarjeta si 
te mandaba a ti un ramito de violetas 

y cada tarde al volver su esposo 
cansado del trabajo va y la mira de reojo 
no dice nada porque el lo sabe todo 
ella es así feliz de cualquier modo 
porque el es quien la escribe versos 
el su amante su amor secreto 
ella que no sabe nada 
mira a su marido y luego se calla 

Quien te escribía a ti versos 
dime niña quien era 
quien te mandaba flores por primavera 
quien cada nueve de noviembre 
como siempre sin tarjeta si 
te mandaba a ti un ramito de violetas

(Un Ramito De Violetas. Gian Franco Pagliaro)



Pensar que ha podido ser él, mi imposible, hace que me duerma con una eterna sonrisa en la cara, gracias, quienquiera que seas, has hecho de un día absurdo, un sueño. Soy realmente fácil.





"El mejor tipo de amor es aquel que despierta el alma, y nos hace aspirar a más, nos enciende el corazón y nos trae paz a la mente. 
Eso es lo que tú me has dado y lo que yo esperaba darte siempre..."

(El Diario de Noa)

miércoles, 14 de noviembre de 2012

Stay hungry. Stay foolish.




- ¿Estarías dispuesta a vender tu vida?

- Lo estoy.

- Firma aquí abajo. Empiezas mañana. 

Llorar con Sophie por primera vez

- Piénsalo. Y si sale bien... Qué bonito sería todo esto que estás viviendo con esta historia.- Dice Sophie con una mirada esperanzadora.

- No, Sophie. Estas historias nunca salen bien. No tienen buen final. Se acabó y lo tengo que asumir. Es sólo que me cuesta un poco. Más de lo que esperaba.

- Pero por qué no? Quién sabe? Hay un montón de historias así que tienen buen final. Imagina...- Dice una nueva Sophie, que a la vista de que el olvido no era tan sencillo como ella imaginaba, ni la historia tan breve, ha decidido meterse de lleno en ella y alimentar mi pasión, ponerse en mi piel, e incluso a veces en la suya. Le ha defendido y hemos debatido de la tan incomprensible historia del perroflautas, como lo llama ella.

Hoy me ha visto llorar. Me ha sentido. Por primera vez. Ha visto que soy frágil, aunque lo intente ocultar y ha calmado mis heridas y me ha hecho compartirlas. A veces, siento la necesidad de agradecer a la vida por haberla puesto en mi camino. Sé qué la echaré de menos cuando se vaya.

lunes, 12 de noviembre de 2012

Sophie y Priscila en busca de un nuevo amor.


Un par de piernas largas y una cara bonita era lo único necesario para poder estar en cualquier sitio alejado del bullicio de cualquier discoteca de la ciudad. Nosotras lo teníamos, por duplicado. Al entrar en el local, las miradas nos seguían como siguen a una luz a través de la más absoluta oscuridad. La discoteca estaba llena de chicas rubias y altas de semblante estadounidense, tremendamente ebrias, a las que era instintivamente más fácil mirar y desear, pero lo cierto, es que nada era tan si quiera comparable. Al entrar, nos desnudamos levemente, hasta donde nuestra decencia nos permitía y dejamos asomar cuerpos esculturales tras el modelito que habíamos comprado esa misma tarde. Lo teníamos todo. Y lo mejor... Lo sabíamos. Ellos lo sabían. No hizo falta acercarse a la zona privada, nada más adentrarnos en el bullicio, una especie de ángel, nos atrapó para llevarnos directas al reservado. Maravilloso ángel. Sophie se enamoró perdidamente de él. Su sonrisa se iluminó al instante, sus mejillas sonrojaron y algo parecía brillar. No le quitó ojo en toda la noche. Él, nuestro ángel, con su postura laboral incorregible, hacía lo posible por mantener la mirada de aquella chica de revista que entró en el local, pasando a ser por un momento y sólo para él, una niña enamorada. Le seguía cuanto podía, y hacía cualquier gesto que pudiese significar algo. Yo no podía reír más. Bailamos, reímos y volvimos a la adolescencia de nuevo. Una adolescencia, algo más atrevida quizá, pero con la misma ilusión por un nuevo amor, por una nueva mirada, por alguien que ocupase de nuevo este ya malgastado corazón, por él. Por nuestro Ryan Reynolds particular.

domingo, 11 de noviembre de 2012

Algo no estamos haciendo bien


Me molesta. Me molesta profundamente que el ochenta por ciento de las veces, la gente no comprenda las cosas importantes. No establezca preferencias válidas. Que la curva de utilidad esté compuesta de la elección entre unas cuantas manzanas o una pieza de ropa. Me molesta. Me molesta profundamente. Sin embargo, mientras yo sigo tecleando todas estas adversidades por las que pasa mi mente. La vida sigue. Sigue sin rumbo y sin sentido, y las curvas de utilidad siguen estando compuestas de bienes y preferencias inadecuadas, y las calles se siguen llenando de gente que camina al lado de alguien que duerme en un montón de cartones sin tan si quiera bajar la voz o ponerle una chaqueta. Pero siguen, continúan, de eso se trata, de llegar, no el primero, ni el último, pero llegar. Yo no tengo tan claro como ellos que vaya llegar, así que aquí me quedo, intentando comprenderlo, empaparme de cada situación por si algo aprendo, pero sufriendo una vez más porque ni si quiera sé si soy yo la que no está haciendo lo correcto. Pero hay algo, seguro hay algo que no estamos haciendo bien.

Tal vez.


Despierto entre un leve sonido de campanas una tarde de Domingo tras, creo recordar, un sueño medio erótico. Estaba él. Su espalda y ese tatuaje que tanto me gustaba desgarrar cuando ardía el corazón. Sonrío y me revuelvo entre la cama deshecha ya desde esta mañana. Aún me cuesta abrir los ojos, pero al fin lo consigo. Un libro con un título descarado me hace un guiño atrevido: "La felicidad en 1000 pensamientos". Consigo seguir mirando alrededor aún no sé cómo, con la cabeza totalmente desconectada del cuerpo y me encuentro de frente con una realidad, mi pequeña biblioteca tras un mes aquí. Llena de libros y cuadernos, observándome mientras sueño. Tal vez tenga la respuesta justo delante, tal vez haya sido evidente desde que tengo uso de razón, pero no haya sido capaz de abrir bien los ojos. Tal vez nunca he querido. Tal vez...

De corazón como de sombrero


Y es que no se puede cambiar de corazón como de sombrero 
sin haber sufrido primero...

(Andrés Calamaro. Cuando te conocí )

Hoy tengo la cama revuelta.

sábado, 10 de noviembre de 2012

Where there is a desire...


"Where there is desire
There is gonna be a flame
Where there is a flame
Someone's bound to get burned
But just because it burns
Doesn't mean you're gonna die."

"Donde hay un deseo, 
habrá una llama.
Donde hay una llama, 
alguien está destinado a salir quemado.
Pero el que esto queme, 
no significa que tú vayas a morir."

(Pink. Try)

Erasmus.

Ceno en casa de unos amigos y nos acompaña su hija de 20 años, que nos explica que en septiembre partirá de Erasmus a Florencia. "¿Y a tu novio cuando piensas dejarlo?". Me responde que no piensa dejarlo de ninguna manera, que su amor es maduro y que podrá sobrevivir a la distancia. Los Erasmus son ridículos desde el punto de vista académico y el único interés que tienen es etílico y sexual. Ni siquiera sirven para conocer el país donde vas, porque estás demasiado borracho para conocer nada y demasiado ocupado intentando follar.

En este momento seguro que hay algún padre iluso camino del aeropuerto pensando que le está pagando a su hijo o hija una experiencia de incalculable valor educativo. Si eres padre de un chico, piensa que lo que le estás pagando es una fiesta sin medida ni final, algo así como un bono ilimitado en un burdel de Medellín. Si eres padre de una chica, mejor no pienses nada, porque te vas a deprimir.

Niña que tienes veinte años, tu novio es un imbécil si te dejar marchar a Florencia. Erasmus, Italia, esperma. Son tres palabras que van siempre juntas y forman un solo concepto. Los primeros días os llamaréis cada día y las conversaciones serán largas y nostálgicas. Haréis planes de cuándo vendrá a visitarte, probablemente al cabo de un mes para que estés ya instalada. Serán conversaciones tiernas e inacabables, y pensarás que tú tenías razón y que yo estaba equivocado.

Luego vendrán los días de irte integrando en la Universidad, e irás estableciendo tus propias rutinas italianas. Continuarás hablando cada día con él, aunque las conversaciones ya no serán tan largas, y algunas –no todas- se te harán un poco pesadas.

-Cielo, perdona, te tengo que dejar que me vienen a buscar unas amigas portuguesas que he conocido esta mañana.

Naturalmente en el grupo habrá también algún chico pero le omitirás este dato para no preocuparle. El creciente interés por tu nueva vida va a irritar poco a poco a tu novio, tal vez no de un modo consciente, pero sí que notarás que está algo más borde cuando te llama y que se queja amargamente cada vez que le quieres colgar. Un viernes por la noche tendrás una cena, tendrás poco tiempo para arreglarte, no vas a contestar a su llamada y la primera bronca estará armada. Whatsapps como cuchillos afilados. Tal vez alguna lágrima. Algunas de tus lágrimas. No será grave, y el sábado a mediodía lo habréis arreglado con una conversación cariñosa y muy larga.

Pero cada vez será más feliz en Florencia y cada vez sentirás menos nostalgia. El fin de semana que con tanta alegría esperabas finalmente será el próximo y aunque tendrás ganas de verle te parecerá una carga tenerle que prestar tanta atención y no te gustará renunciar a dos días libres con tu grupo italiano. De todos modos estaréis bien, aunque tampoco como cuando vivíais en Barcelona. Estaréis bien, o bastante bien, pero el domingo cuando se vaya tendrás ganas de llamar a los tuyos y tomar una cerveza para recuperara tu italiano ritmo.

Probablemente ya en este momento algún chico autóctono te habrá empezado a gustar, aunque dirás a tus amigas que tienes muy claro que quieres a tu novio y que no vas a engañarle. Pero claro, el tío ahí estará, con su aspecto italiano un poco macarra, su sonrisa encantadora y su increíble talento para hacerte sentir bien. También probablemente estudie lo mismo que estudies tú y te parezca muy bonito pasar tiempo con alguien que comparte tus intereses y aficiones. Al fin y al cabo, zumbarse a un italiano es un clásico, algo así como un polvo de fondo de armario.

Con tu novio las conversaciones serán cada vez más breves y espaciadas. Las broncas serán constantes. Algún día se te escapará el nombre del italiano encantador, pongamos que Mateo (regalo de Dios), y a tu chico se le dispararán todas alarmas. Los cuernos aún no, pero es cuestión de tiempo. De poco tiempo. Porque una tarde de noviembre la bronca va a ser un poco más dura de lo normal, y un poco más desagradable, y en lugar de ponerte a llorar sentirás un punto de rabia y de desprecio, y ya antes de colgar pensarás en llamar a Mateo y en ir a pasear lo que quede de la tarde.

Y pasearás por Florencia que es como pasear por el cielo, al lado de Mateo, y aunque no andaréis cogidos se irán rozando los cuerpos. Le contarás los desencuentros con tu novio, y tu desazón, y él sabrá como un especialista consolarte el corazón. El primer beso será en la calle, el segundo en tu habitación. Italia es una banda de asalto y si en la mesita de noche hay una lámpara es allí donde irán a parar tus bragas. No te vas a sentir ni culpable.

Más temprano que tarde vas a tener la siguiente conversación con tu pobre barcelonés. Y éstas van a ser exactamente las palabras:

-No eres tú, soy no. Necesito espacio y tiempo para pensar.

¡Mentira! Necesitas tiempo para follar, para follar todo el día con Mateo, para "empaparte de Italia", como les dijiste a tus padres para que te pagaran el viaje. Pobre viejo, si viera para qué ha servido su dinero. ¿No te da vergüenza, desalmada? A tu novio no le vas a dejar todavía, ni le vas a contar los detalles, siempre a la espera de cómo evolucione con Mateo, no fuera que te dejara a la primera de cambio y te quedaras sola.

Pero como irá todo tan bien, y será todo tan intenso, y pensarás que nunca te habían querido así en tu vida, y que nunca te habían poseído de un modo tan brutal, cuando regreses por Navidad a Barcelona se lo vas a soltar. Del modo más cruel y sin ninguna piedad, también sin ningún remordimiento, con ese modo despectivo y humillante que tenéis de tratarnos cuando ya no os importamos.

Y aunque te parezca increíble, esta no va a ser la peor escena que tu novio va a tener que soportar. Primero vendrán los horribles días de tenerte en la ciudad sin poder verte. Los días de intentar quedar contigo y de constatar una vez y otra tu frialdad y tu absoluto desinterés. Él estará llorando como un idiota y tú contestándole un mensaje –tal vez guarro- a Mateo el italiano. Pero lo más terrible vendrá al cabo de unos meses, cuando Mateo se haya cansado de tomar aviones cada fin de semana y te deje tirada como tú dejaste a tu chico. Tu chico que estará todavía tan enamorado de ti que volverá a consolarte, a abrazarte, a estar contigo y a ser tu soldado.

No por amor, no por pasión, ni siquiera por morbo. Nada más que para no estar tan sola, ni tan triste, te volverás a acostar con él algunas veces, hasta tal vez vuelvas a salir con él, y finalmente os caséis y fundéis una familia. Y en cada uno de sus días y de sus noches la imagen de un italiano abstracto y sin rostro -si no has tenido la indecencia de mostrarle alguna foto- le hundirá en su miseria más miserable, y cuando te folle lo hará acomplejado y cuando piense en cómo os ha ido, en quién es y qué hace en el mundo, sabrá meticulosamente que es plato de segunda mesa y que marcó su gol de rebote.

Si realmente amabas a tu novio, dime: ¿qué falta te hacía irte de Erasmus a Italia?


(Salvador Sostres)


Introduzco en Google: "Abandonar Erasmus Italia" y lo primero que leo es esto. Me quedo estupefacta. No me lo puedo creer. Una opinión masculina. Escrita así. A voz en grito. Me hacía falta. Abandono la idea de abandonar por un momento, a ver si aparece otro Matteo y vivo una historia similar. Voy a acabar el acuerdo de convalidaciones, porque la pena me ha invadido tanto al pensar que hay gente con una mente completamente cerrada a una vida utópica, a la confianza y al amor. Tan cerradas, que nunca podrán ser felices ni hacer felices a alguien más. Huid por favor, si alguien os dice que no voléis, porque no hay nada peor que un amor sin libertad. Si alguien te quiere... Te querrá con todo, todas tus decisiones y todos tus momentos, por muy doloroso que esto sea. Lo sé de primera mano. A pesar de no haber triunfado, sé que este es el camino correcto hacia la felicidad.

Llega el puto invierno.


Siempre hay un momento en el que el camino se bifurca. Cada uno toma una dirección, pensando que al final los caminos se volverán a unir. Desde tu camino ves a la otra persona cada vez más pequeña. No pasa nada, estamos hechos el uno para el otro. Al final estará ella. 

Pero al final solo ocurre una cosa, llega el puto invierno.

(Hache. Tres metros sobre el cielo)

Perdida.


Perdida en aquél bosque oscuro. No sabía hacer otra cosa que escribir y describir cada cosa que le iba ocurriendo. Cada miedo que iba sintiendo. Describir cada animal que iba encontrando sólo le iba abriendo una perspectiva nueva sobre la fauna de aquella zona. Pasó por un bosque completamente calcinado y escribió sobre ello. Le hubiera gustado quedarse allí a repoblarlo, pero hacía demasiado frío. Cada vez los días se hacían más cortos y las noches llegaban mucho antes, pero no conseguía encontrar su camino. El camino de vuelta a la realidad. Se había adentrado en aquél bosque para encontrarse a sí misma. Era un lugar tranquilo, donde desarrollar su paz interior, pensó. Lo único que estaba desarrollando era una gran curiosidad por cada pequeño detalle y aumentado algo su capacidad para ubicarse. Pero ni si quiera sabía si llevaba meses allí, o si tal vez había merodeado siempre por el mismo lugar. No importaba, tenía que encontrarse a sí misma y disfrutar de esta experiencia que le habían regalado la vida, ella y la abundante herencia sus padres. No podía salir de aquél bosque sin las ideas claras. Sería un auténtico fracaso. ¿De qué habría servido?. Al día siguiente murió congelada de frío. Esto sí que fue un auténtico fracaso.

En determinados momentos, hemos de establecer preferencias, comprender que no siempre se puede caminar sin caer. Que siempre necesitamos alguien que nos ayude a levantar y que nada merece tanto la pena como seguir con vida... Por eso, respira, empápate del aire y afronta la necesidad, pero no desistas en el intento de encontrarte y ser feliz.

Solos de nuevo, corazón.

Antes de que tan si quiera pudiera darme cuenta ya había acabado con él. Me estaba haciendo tanto daño que no podía hacerlo. No me podía permitir ese tremendo lujo emocional de mantener a alguien que te aporta maravillas, sin poder si quiera regalarle una mirada enamorada. Se ha portado como un príncipe y se ha marchado como un príncipe también. Regalándome un beso en la frente y arrodillándose para besarme suavemente la mano. Una promesa de volver a vernos y un, lo entiendo. Maldita sea! Me enfado conmigo misma por dejarle ir. Pero mi corazón no le pertenece, es lo mínimo que puedo hacer por ambos. Ser sincera.

Si él supiera, si supiera cuánto deseo que mi corazón le pertenezca y que él pueda limpiarlo. Que pueda tratarlo con el mimo y la dedicación que se merece. Lo deseo, pero no lo siento. Y contra eso, jamás voy a luchar. En el fondo, hoy estoy triste. Triste porque quizá haya dejado marchar el reflejo de cualquier vida soñada, la oportunidad de acercarme a la vida en Florencia e incluso de aprender a hacer un plato típico en uno de esos hornos que sólo los privilegiados tienen en su casa. Todo ello, a cambio de mi corazón... Te debo de querer mucho, corazón, porque nuevamente estamos solos, tú y yo. Solos ante el peligro. Ni tan si quiera está Dan para abrazarme después de una odiosa ruptura.

Eternamente en el capítulo equivocado.

Hay quien no soporta la idea de que no tenga ni la más remota noción de lo que quiero hacer. No lo soportan. Unos me ven caprichosa, otros miedosa, otros... prefieren no mirarme. No lo sé. No es lícito, pero es que no lo sé. Camino sin rumbo hacia ninguna parte intentando definir trazos de este borroso destino que llamamos mañana. De entre los que más me quieren, hay quien aconseja que me encierre tres meses en una habitación a meditar y salga cuando ya lo haya decidido. O que me vaya a la India. Hay quien, sin embargo, no quiere que pare de andar ni un sólo segundo. Que camine, por si encuentro una claridad. Y si esa claridad es tan clara que decido coger otro camino por mucho miedo que esto me dé. Lo haga. Pero nada es tan fácil. O no consigo verlo tan fácil. He venido a Italia a comer, luego me iré a la India a rezar y donde quiera que acabe Elizabeth a amar... Y por muy seductora que me parezca esta idea, ni si quiera es justa para los demás. Pienso en volver a casa, trabajar mientras acabo una de las dos carreras, quizá la más fácil, y mientras tanto, meditar y vivir. Estoy cansada de meditar pero no encuentro la respuesta. ¿Me acomodaré finalmente en cualquier destino por no encontrar el camino? ¿Viviré nómada pisando cualquier lugar que me atreva a llamar hogar? Ojalá la vida fuera tan fácil como leerse las últimas páginas de un libro para intuir el final. Y cometemos el error, de que no nos importa el desenlace, pero si algo he descubierto, es que la lectura se vuelve increíblemente intensa cuando se desconoce el final y tan si quiera se puede imaginar, lo mismo sucede aquí. Pero en el camino de la vida, no puedes avanzar un par de páginas para ver si dentro de poco llega el segundo capítulo. Y puedes cansarte, cansarte justo antes de llegar, o lo peor... Quedarte eternamente leyendo el capítulo equivocado.

mariposas.


Tratándose de relaciones, puede que vivamos en casas de cristal. Así que no deberíamos tirarle piedras a la del prójimo, porque nunca se sabe... Hay gente que se promete, gente que llega a un compromiso y personas que se niegan a conformarse con algo que no les haga sentir... mariposas.


(Sexo en Nueva York)

Casualidades que describen realidades.


Después de aquella llamada empecé a volver a la realidad. 
Gracias a mi libro, nunca habría nada entre Big y yo.




(Sexo en Nueva York)





viernes, 9 de noviembre de 2012

Come. Reza. Ama.


"Cuando tengo uno de esos días de sentirme sola, pienso: Pues estate sola, Liz. Aprende a relacionarte con ella. Haz un mapa de la soledad. Siéntate a su lado por una vez en la vida. Da la bienvenida a esa experiencia humana. Pero no vuelvas a usar el cuerpo o los sentimientos de otras personas para intentar aliviar tus deseos insatisfechos."

(Come. Reza. Ama. Elizabeth Gilbert )

jueves, 8 de noviembre de 2012

Racionalidad vs. Irracionalidad.


Siempre es el mismo cuento...


(Foto: Pinterest)


Un libro abierto es un cerebro que habla; 
cerrado un amigo que espera;
 olvidado, un alma que perdona; 
destruido, un corazón que llora.



(Proverbio Hindú.
Foto: Pinterest)

Grazie Signora


En el fondo sigo yo, sólo me ha hecho falta una sonrisa de una bella señora y un "stai tranquila" para cambiar mi mal humor. Quizá sólo esté sedienta de un poco de eso, de un poco de amor y buen humor... Grazie signora.



(Foto: Pinterest)

Buenos días mundo


Un mensaje. "Patricia. Te has olvidado el ordenador". Sonrío y mientras contesto lo más alegremente que puedo, pienso... No, mamá. El ordenador no. Me he olvidado el corazón...




(Foto: Pinterest)
No hay nada peor que perder lo que nunca has tenido...

Mismo autobús. Mismo conductor. Misma chica. Misma mirada. Situación distinta.
Hace tan sólo un mes cogía este mismo autobús con gran ilusión en busca de mi mejor amiga, algo expectante por si había alguna sorpresa inesperada. Ese mismo día comenzaba a darme cuenta de lo lejos que estaba.
Ahora autobús dirección contaría, empiezo a dejar de pregúntame por qué. Empiezo a dejar de torturarme por sí acaso algo no había hecho bien. Por fin empiezo a emprender un camino, aunque confundida y con tremendas lágrimas en los ojos, con un tremendo pesar de corazón, pero un camino más limpio y más sincero. Un camino conmigo misma. Sin él. Sin preocupación. Sin nada. Barreremos los restos de este desastroso naufragio y nos iremos con la bandera del orgullo en la mano por haber luchado todo lo que podíamos e incluso algo más, en una batalla que tan sí quiera fue nuestra.



Me dirijo hacia donde debo ir. El apuesto y amable Luca me espera con los brazos abiertos junto a un fructuoso a la vez que exitoso destino. Todo se ve claro, vuelo directo hacia una vida perfecta. ¿Qué falla? ¿Por qué recogería todas mis cosas y me daría la vuelta? ¿Será mi forma de rebeldía? ¿O realmente estoy perdiendo la oportunidad de escucharme? Qué más da. Pasajeros a la puerta de embarque. Amenaza una voz metalizada por un altavoz excesivamente alto... Habrá que subir al avión. Luego todo se verá.

miércoles, 7 de noviembre de 2012

Querido Daniel


Ahora que no estás las noches se hacen más frías, más tristes, más feas, peores. Son más tempranas y aburridas. Ahora que no estas, nadie se cruza en mi almohada justo cuando voy a apoyar mi cabeza y nadie deja su huella cuando se levanta por la mañana. No me despierto llena de besos ni con dolor de espalda por tu peso. Ahora que no estas, querido Daniel, rompo a llorar.

Rara


Ya no había ninguna manera de acceder a él. Absolutamente ninguna. Habíamos cambiado el sexo por el chocolate y los muros eran ya infranqueables. Sólo un acto heroico y absurdo hubiera salvado todo aquello que estaba ya sumido en el más puro vertedero de sentimientos sin sentido. Ya no había nada. Nada salvo recuerdos. Un olor. Una camiseta con sus iniciales. Y una cama. Lo peor del amor cuando termina.... Es que todo está empapado. Me gusta así de cualquier manera. Déjalo. Me gusta el recuerdo de un amor que se fue. Uno más que pensé que sería algo más. Si algo me destroza de esta historia es la certeza de que la gente banal tenía razón, una niña destrozada por una bestia inaccesible. Era un final predecible se atreven a decir los menos cautos. El resto observan impasibles ante el suceso que estaban expectantes a escuchar desde el día en que le di ese primer beso mientras una fiel amiga me arrancaba de sus brazos por no cuadrar con un estereotipo fijado. Quizá sea eso. Los estereotipos. Están ahí por algo. Habrá que seguirlos. Parece que Luca encaja perfectamente en lo que cualquiera esperaría. ¿Para qué forzar un final inesperado cuando puedes satisfacer y aburrir con un final plenamente esperado? ¿Estarás contenta abuelita? Eso espero. Lo espero de corazón realmente. Al menos, eso me hará feliz.

martes, 6 de noviembre de 2012

De Princesas...


Recuerdo la última vez que estuve con él. Pedimos un café que supusimos habría, ya que no tuvimos la oportunidad de mirar la carta y no estaba dispuesta a hacerle esperar con la increíble prisa que tenía. Pagué ambos, como se hace en España. Quien tiene, paga. En ese momento, yo tenía, no importaban los cuentos de princesas. Salimos café en mano en busca de un parque donde poder estar con los perrines. Al desatarlos, me dejó en potestad ambos vasos hirviendo y dos sobrecitos de azúcar. Uno en cada mano. Bien calientes. Continuó. Abrió el maletero, metió a las fieras y rodeo el coche y se metió sin más. Había prisa. Yo mientras tanto intentaba hacer equilibrio con ambas tazas, no se fueran a derramar y yo pareciese torpe. Respiré profundamente y decidí deshacerme por un momento de uno de los dos contenedores para abrir la puerta del coche que por supuesto en ningún momento se había planteado abrir a pesar de mi carga. Mantuve la puerta haciendo equilibrio y conseguí entrar en el coche con los dos cafés. Arrancó en seguida sin dar si quiera tiempo a que me pusiera el cinturón. Tenía prisa. Unos metros más adelante, aparcamos y repetí de nuevo el proceso de la experta malabarista sujetando con un pie una puerta y con ambas manos los cafés. Pensé en Luca, justo había estado con él la noche anterior. Vino a buscarme a la puerta de casa, me puso su chaqueta y caminamos despacio. Se adelantó justo al llegar a la puerta del coche, lo que a mi me desconcertó soberanamente y abrió la puerta del copiloto. Pensé que iba a sacar algo que tuviera ahí y que impidiera que me sentase o le resultase embarazoso que yo viese, pero no. Hizo un gesto amable con la mano y con el me invito a sentarme. Esperó a que me acomodase y cerró la puerta. Yo era lo importante. La invitada. La princesa. Así me hizo sentir. No puedo evitar sonreír.

Torres más grandes han caído


La pequeña yo que vive dentro de mi mente no deja de darte puñetazos en aquél protuberante pectoral a la vez que lloro como una cría. Puñetazos y patadas que no te hacen absolutamente nada, mientras las lágrimas se clavan en cada hueco de mi ser y me dejan los ojos tremendamente hinchados. Templanza, lo había conseguido. Templanza, paz interior y bienestar. Todo iba fantástico. Pero como la torre de Naipes a pesar de su belleza y de la dificultad con la que está construida puede caer con una simple ráfaga de aire, la tempestad de la incertidumbre de hoy, mezclada con un adiós que no quiero decir, se ha derrumbado y rompo a llorar. Lloro tan profundamente que me doy cuenta que no es el vuelo, que también; que no es el viaje, que también; que no es el hecho de no verles, que también. Lloro todo lo que no me he permitido llorar. Y por un momento, quiero romper el muro que he creado entre tú y yo para no verte, pero sé que no tiene sentido. Así que decido continuar, con el simple sueño en cada coche que oigo que se acerca y para seáis vosotros, tú y la pequeña (el equipo!), que habéis venido a decirme un simple hasta luego...

lunes, 5 de noviembre de 2012

Y al final de la vida... Nos examinarán del amor.

El único lastre de un escritor es que siempre será preso de sus palabras...


Personas que envejecerán, que traicionarán sus sueños, que se convertirán en fantasmas...

Y así me quedo pensando si hemos traicionado nuestros Sueños. Si finalmente hemos perdido. Si la racionalidad vence frente al instinto animal e irracional de ser feliz. La templanza a la pasión. O si sólo es pasajero. Si es un camino. Si esto solo trata de un sendero... Pero al final llegaremos y narraremos nuestra dicha frente a un millón de personas que nuevamente quieren emprender. Si llegaremos y felices, ganadores, nos dejemos simplemente descansar. Flotar ante una multitud, en una nube, en un sueño. Flotar y ser feliz. Luchar con el arma de una sonrisa, de una mirada enamorada, con el alma de una pasión. Luchar y vencer. Vencer a la vida, porque no hay nada peor que aquel que murió y aún sigue con vida.

domingo, 4 de noviembre de 2012

Arráncame el corazón. Arrancamelo te lo ruego porque sé que será mucho menor el dolor. Arrancamelo, písalo y destrózalo. No me lo devuelvas. Cógelo. Es tuyo. Nunca me perteneció y aún así duele. No hay dolor peor que el reflejo de aquello que ya no está. No hay dolor peor y más intenso que la locura. No hay dolor peor que el saber que ya no estas. No hay dolor peor que el saber que aún estas pero no aquí. No hay dolor peor que este dolor que me lleva y me consuela fundido en un mar de lágrimas. No lo hay. Liberame. Llévatelo. Te lo ruego.

sábado, 3 de noviembre de 2012

Cuando seamos grandes...



Cuando seamos grandes, no nos olvidemos que para las noches se hicieron los cuentos, y los Reyes Magos, y los duendes buenos; que sólo hace falta cuando llega el sueño tener bien a mano la voz de un abuelo.

No nos olvidemos que en una vereda cabe un mundo entero, de risas y ruedas, que no hay mar tan nuestro como el de la acequia, que con dos pedales de una bicicleta lo que queda lejos siempre queda cerca.

No nos olvidemos de las maravillas que guardan adentro, las cosas sencillas, los viejos cajones, la flor, la semilla.
La vida es un viaje y es cuestión de vida sentarnos al lado de la ventanilla.
Cuando seamos grandes va a ser muy bonito tener como amigos a los animalitos y gritarles cosas y entender sus gritos, y explicar los vuelos por el infinito... (los grandes no entienden a los pajaritos).

No nos olvidemos cuando seamos grandes que un beso es un modo de quedarse en alguien, que siempre es horario para acariciarse, que el amor es todo, que ternura es madre, que hay que estar temprano cuando se hace tarde.

Cuando seamos grandes no nos olvidemos de la fantasía, del sol y los juegos, y los cumpleaños, y el circo viajero, los payasos tristes, los muñecos buenos, la hermosa costumbre de decir Te Quiero...



(Autor desconocido)

Let it be.


Este adiós no maquilla un hasta luego.



Lo peor del amor cuando se acaba es la adrenalina en camas separadas, lo atroz es no saber quien eres.
La pasión cuando pasa es una copa de sangre desangrada en el mar muerto.
Da igual esperarte o que me esperes, que la cuenta esté saldada.

Dice Joaquín Sabina bienaventurado en una canción...

<<Lo peor del amor cuando se acaba>>, resuena en mis oídos. Aún no comprendo cómo me pudiste convencer, cómo fuiste la sístole de mi diástole entre esputo y esputo, entre vaharada y vaharada, entre palabra vacía y charlatanería barata encontré a una persona distinta que hace tan sólo un par de meses. Quiero pensar que el amor  saca lo mejor de ti mismo y por eso te sembraste distinto, porque la sola idea de imaginar que lo que yo viera fuese con un prisma distorsionante hace que las náuseas me recorran todo el intestino grueso para desembocar en la faringe y provocarme una arcada en la que casi consigo escupirte y esto no me gusta. No, porque me hace entender que nuevamente lo que viví fue un simple sueño. Que se mantuvo inerte mientras yo lo alimentaba con una falsa pasión y esto me hace sentir absurda, pero al fin y al cabo me permite olvidarme rápidamente de ti. O al menos, creerme que lo hago. Y me alegro. Y sonrío. Y consigo salir adelante, y una vez más, entender... que este adiós no maquilla un hasta luego.