viernes, 7 de junio de 2013

La Luna debajo del brazo (I)



Con un prozac en la mano izquierda y una copa de whisky de ocho años en la otra, amanece después de una noche aterradora. El viento golpea los cristales tan fuerte que parece estuvieran intentando desvalijar todo cuanto poseía. De fondo suena Quique González, repitiendo algo sobre kamikazes enamorados y piensa en Marco,y en cómo salió de puntillas por la puerta trasera de su vida hace tan sólo un par de noches. <<No hubiera aguantado este tremendo ruido de cristales y maderas, el retumbar del viento sobre la baranda de hierro. No lo hubiese soportado... Una pena>>, pensó. Y así, se dispuso a tragar el desayuno: un conjunto de papeles por retomar. No había manera. La vajilla, regalo de la cuasiboda con Pedro cobraba vida en el fregadero, la cama llevaba días desecha mientras ella se quedaba dormida cada cada noche frente a un libro en el sofá (una cherlon color gris perla que no hacía juego con casi nada de su diminuto piso, pero lo único que le quedaba de todo lo que había compartido con ese fatídico idiota de Pedro), y Dante no soportaba los paseos de rigor en los que sólo podía defecar en un cuadrilátero habilitado para ello. Su vida estaba hecha un verdadero desastre. Siempre lo había estado, pero ahora más. La indecencia decoraba sus paredes y le cerraba la puerta a toda moralidad que creía podía jugar algún papel en su vida. Las cosas estaban así, y así se iban a quedar. Al fin y al cabo, las adicciones de su padre y la permanente ausencia de su madre, le hacían sentirse cómoda en aquél escenario. 

Pensó que le hubiera gustado dormir abrazada a alguien aquella noche, recordó a Jaime y cómo comenzó su historia. Ella siempre se abrazaba a él por la noche cuando se conocieron. Él le confesó que era incapaz de dormir oprimido (como él siempre decía) por alguien. Pasaron los días y una noche, de pronto, despertó Jaime entre sueños y le pidió que le abrazara con fuerza, a partir de ahí, algo cambió entre ellos. Le inspiró ternura su propia historia, pero no mucho más, se había enamorado del mejor amigo de Jaime, Julián. Y ese hecho nada lo podría cambiar...






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