sábado, 5 de mayo de 2012

Kapital


Después de un rato llego a la conclusión de que mis amigos creen que es hora de que vuelva a tener una relación. Creo que me ven sola, perdida, o algo así. O quizá su frustración por no poder irse de la discoteca con otra persona, ya que yo soy la única soltera, es lo que produce que acaben escogiendo al chico más guapo de la mayor discoteca de Madrid y lo echen a mis brazos. Intento huir, pero para cuando me quiero dar cuenta ya estoy encima de aquél parisino de cara perfecta. Alto, moreno, ojos claros y sonrisa perfecta. -Lo siento.- balbuceo en inglés. - Mis amigos están locos y me han empujado hacia ti.- Trato de que me entienda. - ¿Hay algún problema con eso? - Dice Matthie. Es realmente perfecto. La verdad es que no hay ningún problema. Pero hoy estoy cansada, me duele la cabeza y estoy algo harta de los chicos perfectos. Es educado, dulce y atento. Trata de acompañarme a casa, dice que no debo ir sola. Es lo que cualquiera querría. Lo que yo misma querría para mí. Sin embargo... Estoy cansada. Decido irme. E irme sola. Quiero descansar. Y, no sé por qué a pesar de lo ebria que estoy tengo unas ganas locas de recuperar mi lectura. Consigo escapar. Mis amigos creen que me voy con el francés. Se desilusionan al ver que él se queda y yo me voy. El camino a casa se hace algo largo a pesar de estar cerca. Pienso en lo perfecto que es. Y en que ya mañana le llamaré. Consigo llegar a casa y tras unos mensajes de decepción de mis compañeros, y un tratamiento facial, cojo a mi víctima y me la meto en la cama. No recuerdo mucho, sólo sé que me desperté con el libro en la cara... Creo que no pude leer mucho más que un capítulo, pero sé que fue una situación perfecta. Dan acurrucado a mis pies y Valeriè Tasso en mis manos. Esto sí que es vida. Lo siento por el chico de París.

No hay comentarios:

Publicar un comentario