martes, 15 de mayo de 2012

El tercer mundo ya está aquí.



Todo se está yendo a la mierda. Lenta y discretamente. Yo mientras, escucho en mis grandes cascos y con un poco de migraña aún, de la voz de Bob Marley, everything is gonna be alright. A ver si acaso Bob me convence de que todo va a ir bien. Pero cuando después de diez horas sin poder a penas abrir los ojos por culpa de este dolor tan inaguantable en mi cabeza enciendo el ordenador y lo único que oigo son voces de desazón, cualquier tipo de esperanza, de presunción de buena fe, de creencia en un mundo mejor, de sueños, desaparece... Cualquiera. Sí, soy débil, lo sé. Pero estamos de mierda hasta las orejas, amigos. No sé con precisión que intentan hacer los indignados, porque intenté informarme y hace justo hoy un año, vi que lo que defendían era defendible, pero lo estaban haciendo realmente mal. Empezaron con violencia y decidí desinteresarme. Además, esto de las aglomeraciones a mi no me agrada especialmente. Pasó el tiempo y me encantaría decir que las tormentas se calmaron, pero no es así, no. La gente tiene pesar, la gente está incómoda, no llegamos, no podemos cubrir las necesidades básicas. Nuestros ahorros comienzan a desaparecer y la gente enfurecida se echa a la calle. Creo saber que muchos no saben ni por qué están indignados, simplemente, es la palabra que describe a la perfección cómo está nuestro cuerpo, nuestra mente a día de hoy. INDIGNADA. Yo lo estoy. ¿Pero sabemos bien por qué se aglomera toda esa gente en Sol? ¿O no hay que tener motivo? Simplemente estar indignado. Maldita sociedad.... Y yo despierto de mi letargo emocional y veo a Laura, una chica que pasaba por allí, y que hizo realidad mi miedo presente, el cual hace que en los últimos tres días haya decidido no moverme mucho de casa... Por lo que pueda pasar. Le cogieron. Veinte horas en el calabozo y llena de moretones por todo el cuerpo. Ella estaba indignada como todos, pero ni si quiera había ido a la defensa de la causa, como podría haberme pasado a mí. Estás en el sitio equivocado en el momento equivocado. Maldita sociedad. Malditos todos. Decido olvidarme por un segundo de Laura y leo otro relato que habla de un padre de familia, en la cola del supermercado, con una bolsa de pasta y un par de litros de leche, pidiendo encarecidamente que alguien se apiadase de él y de su familia, y cómo la gente consigue ignorarle, excepto una chica joven seguramente con menos ingresos que ninguno de los presentes pero llena de ilusión por un mundo mejor. Rompo a llorar. Ya no lo aguanto más y repito en voz alta... Maldita sociedad. Por un momento me solidarizo con aquel hombre y su dolor y mi dolor de cabeza desaparece por completo. Ojalá pudiera hacer algo desde aquí. Cada día lo intento. No iré a ningún tercer mundo a solucionar el problema del hambre o el analfabetismo, el tercer mundo ya está aquí. Prepárense. Todavía viene lo peor.

2 comentarios:

  1. cuantas verdades en este texto. la historia de laura, el padre en el supermercado... a mi también se me hizo un nudo en la garganta cuando leí que en las capitales griegas dan un bocadillo a los niños porqué han empezado a detectar malnutrición em algunos de ellos. Me pregunté hasta dónde habíamos llegado. Pero espero que no nos rindamos. Tenemos que despertarnos cada día con ilusión para mejorar alguna cosa nueva.

    ResponderEliminar
  2. Recibir un aire de optimismo desde una persona desconocida, que ha decidido pararse a leer estas letras que escribí desde lo más profundo de mi corazón, despierta en mí, una gran ilusión, una nueva sonrisa y algo de esperanza. Gracias Nuria.

    ResponderEliminar