miércoles, 7 de noviembre de 2012

Querido Daniel


Ahora que no estás las noches se hacen más frías, más tristes, más feas, peores. Son más tempranas y aburridas. Ahora que no estas, nadie se cruza en mi almohada justo cuando voy a apoyar mi cabeza y nadie deja su huella cuando se levanta por la mañana. No me despierto llena de besos ni con dolor de espalda por tu peso. Ahora que no estas, querido Daniel, rompo a llorar.

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