sábado, 24 de noviembre de 2012

Dónde está Aladdin cuando el cuento se acaba?

Despierto a medio día de un sueño bastante ligero pero confuso. Miro a mi alrededor. No hay nadie. Creo haber soñado que había alguien en mi cama. Estoy totalmente despierta, así que puedo abrir los ojos sin pudor. Me desperezo boca arriba y lo veo, mi pequeña obra de arte, "el muro de las contemplaciones" como yo lo llamo. Tiene tantas cosas escritas... Sólo falta un "tú" que rompí entre medias de esa elaboración maldita. Leo pausadamente y algo despierta en mi, o quizá ya estaba antes. Ya está bien de esperar, me digo sin saber muy bien a qué me refiero. Pero me delato en seguida. Sí, ya está bien. Sigo conversando conmigo misma... Son dos meses y medio, a tres mil kilómetros de distancia, no hay más. No ha habido más, si no sueños que corrían por mi mente de una manera falsa y descarada. De una manera inocente. Cuánto tiempo más vas a esperar? Me grita mi subconsciente. Derramo una lágrima al tiempo que sé que estaba dispuesta a esperar toda una vida si fuera necesario. Sigo leyendo cada pequeña palabra que hay en el muro. Mi subconsciente, que ha pasado a ser mi consciente está realmente enfadada, enfadada porque siga creyendo en esos cuentos de princesas que nunca ocurrirán porque la vida no es así. Yo misma intento defenderme de ese pensamiento rebatiéndome que no espero que sea así sólo trato de que sea así, al menos por mi parte, no espero que él ande esperándome. Me doy cuenta de lo ridículo de esta reflexión y quiero romper a llorar, pero hay algo que me lo impide. Sigo leyendo. Repaso con la mirada las letras impregnadas de Breathe. Sigo... Sueña, imagina, confía, dan, templanza. Y comienzo a tomar conciencia, a ser realista. No va a volver. No va a aparecer. Y yo, no puedo estar para siempre esperándole. No es lógico. No es sano. De hecho, es tan insano que sí sigo esperándole y algún día vuelve, lo arruinaré todo, porque ya mis fuerzas se fueron esperándole. Quizá deba hacer algo, por él, por mi, por todos. Quizá sea hora de dejar de esperar para, de nuevo, encontrarme a mi misma.
Querido Walt Disney... No tengo nada que decir, nos has roto el corazón a todas y cada una de las niñas de mi generación. Dónde está Aladdin cuando su princesa está cansada? Cuando vienen los malos? Cuando el cuento se acaba? Dónde está él entonces? Ah, si. En busca de la lámpara maravillosa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario