lunes, 19 de noviembre de 2012

Conversaciones con Luz

Cuando Luz me preguntó por él, exploté como una bocanada de fuego sale por una pequeña ventana de una casa entera en llamas. Necesitaba decirlo, necesitaba hablarlo, necesitaba contarlo. Escuchar su nombre en boca de alguien. Saber que no había sido una mentira, que alguna vez él existió. Escucharme a mi misma lo mucho que desearía que esta historia no hubiera ocurrido así. Me encantaría haber llorado hasta saciarme, me encantaría haber hablado durante horas de lo mucho que le pienso al día, de lo mal que estoy ejecutando el plan del olvido. Sin embargo, un "La vida es así. Todo pasa. Estas historias siempre tienen que acabar". Salió de mi boca. Mientras mi mente me imaginaba agarrándole del brazo y contando, - Sabes? He decidido esperarle. Porque aún me niego a olvidarle-. Pero la vida sigue y tal y como nos mostramos al resto nos vemos a nosotros mismos. Y vulnerabilidad es lo que menos necesito. Así que mantuve una conversación breve y poco intensa, fácilmente controlable. En seguida pasamos a otro tema.

Lo malo de las amigas, es que por muy fría que quieras mostrarte, por muy breve que quieras hacerlo, sólo con mirarte a los ojos son capaz de descifrar la magnitud de la llamarada. Ella sabía que estuvo a punto de salir ardiendo, aún así, me dejó continuar.

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