martes, 8 de enero de 2013

En el lado izquierdo de la razón, en el lado derecho de la pasión


Supongo que es una forma de tenerte más cerca, de sentirte más cerca, de amarte más de cerca. Es sostenerte en el pensamiento de una manera incorregible, incalculable, inaguantable. Porque quiero, porque debo, porque siento y porque te miento. Porque me miento quizá, no lo sé, o quizá nos miento y reviento. Para ya de asesinarme y torturarme, lacerarme y blasfemarme porque no sobreviviré. Eres lo que quiero y no hay nada más. La perfección resulta absurda, ridícula e imberbe cuando te declamo. Resultas mitificado si intento verbalizarte. Resultas imperfecto si quiero pronunciarte y no te siento y no me siento y no me entiendo y no te entiendo. Tan lejos, tan cerca. Quiero mirarte desde lejos para que me puedas ver más cerca y llenar tu boca con besos sabor a paz, sabor a eternidad, sabor a viento quizá. Y para eso he de correr. Salir para no volver. No volver, porque nunca tenga que marcharme. Marcharme para volver a estar juntos. Juntos, revueltos, infinitos en un baile en el que retozan infames dos cuerpos que se llenan y vacían al compás de un sentimiento. Un sentimiento eterno, profundo, tan profundo como la herida del corazón que ya no duele, tan profundo como mi aliento cuando rozas mi cuerpo con tu inmortalidad, tan profundo como la reminiscencia que permanece tatuada levemente justo  en el lado izquierdo de la razón que perdí el último día que te amé. Justo al lado de la pertinente línea que dejaste marcada, aún sin cicatrizar, en el lado derecho de la pasión.

No hay comentarios:

Publicar un comentario