domingo, 6 de enero de 2013

Amor ignífugo y clandestino.


Ruido. Dan ladra. Mierda, viene alguien. Recojo todos los folios dispersos por el enorme escritorio de madera que me compró papá las Navidades pasadas para celebrar la decisión de salir un año a estudiar al extranjero. Irónico premio. Mierda, la novela que me regaló ayer Ana sigue allí encima y no me da tiempo a retirarla. Oigo en mi cabeza como papá dice - Hay que establecer prioridades, Patricia. - Desisto en el intento por cogerla, porque antes he de cerrar el blog. Tema 4: Foundations of criptography, escribo lo más rápido que puedo en el papel. Recuerdo el tema perfectamente, ya que mientras el profesor lo explicaba en clase me había imaginado una historia que escribir sobre piratas informáticos y Leonardo Da Vinci y todo lo que envuelve a la criptografía desde el principio de los tiempos... De manera que sin mucho esfuerzo trazo un esquema que resume fielmente lo que debería estar estudiando desde hace horas. Lo cierto es que desperté a la hora acordada, pero no podía dejar de teclear esta caligrafía barata que me hace perder la cabeza. Como enamorarse de la persona equivocada. Aquél que tus padres no aceptan. Aquél que tienes que esconder hasta tener la edad y la independencia suficiente como para insolentarte temerario ante el mundo y desvelarlo. Como el amor clandestino hace que arda la pasión, aún más, si es que puede. Pero como el amor... también decepciona y como el amante, a veces desiste, a veces se pierde y se desalienta. Te defrauda porque se rinde, pero el frenesí de tu idolatría por él, hace que vuelva a consumirse en tus brazos, ignífugo una y otra vez.

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