lunes, 17 de diciembre de 2012

Llueve

Llueve. La lluvia empapa el cristal y no soy capaz de apreciar que estos son mis últimos días de Diciembre en Florencia, quizá para siempre. Que el tiempo se escapa y no me maravillo de las gotas que empapan el cristal en esta preciosa ciudad. No lo hago, porque mi mente lleva en España ya más de una semana.
He amanecido tarde, he roto mi paraguas favorito y voy a clase empapada sin un sólo bolígrafo en el bolso. Pero llevo los labios rojos. Eso, seguro que me aventaja. Al menos, voy sentada en el autobús, no hay demasiada gente, es normal... Llueve. Hoy he soñado intensamente con Dan. Le echo tanto de menos... Decido no pensarlo con regularidad para evitar un sufrimiento totalmente infructífero, pero me duele tanto no tenerlo aquí conmigo... Prometimos caminar siempre juntos... Hay tantas cosas que prometimos... He decidido recordarle para siempre. Caminar siempre con él. Quién sabe, quizá lo haga esta Navidad...
Mañana es el último día. Se me hace eterno. Me pesa la vida si pienso en moverme. Quiero vivir cerca de casa. Lo quiero porque estoy lejos, lo sé, pero hoy es día de quejarse, como ya he dicho...Llueve.

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