miércoles, 10 de octubre de 2012

Tan sencillo y tan difícil.

Y entonces... Cuando comienzo a hablar desmesuradamente, cuando recorro la habitación de un lado a otro gesticulando y alzando las manos sin parar, cuando comienzo a perder el sentido y la vista comienza a nublarse debido al exceso de información que intento acumular y expresar por mi garganta... Entonces, cuando ya he soltado todo aquello que me presiona el pecho y siento como se estira el lentamente diafragma para volver a dar a luz un sin fin de miserias... Entonces, justo cuando voy a coger carrerilla y casi autolesionarme por inconsciente, sólo necesito que la persona que tengo a mi lado me agarre las muñecas suave y firmemente y me diga que respire, que todo es sencillo, que se va a arreglar, que está y estará a mi lado para siempre, para celebrar los gozos y amortiguar las caídas... Y que mientras mi tensión baja velozmente como respuesta corporal e instantánea a un exceso de la misma, me bese suavemente y consiga equilibrar ese estado emocional tan absolutamente incontrolable.

Y sólo conozco una persona capaz de hacerlo, capaz aún a miles de Kilómetros de distancia. Maldito tú. Malditos todos. Maldita yo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario