martes, 16 de octubre de 2012

Ojalá me quieras libre.

-¿Qué piensas hacer cuando quieras más? ¿Cuando tú necesites más y él no pueda dártelo porque no es su condición? ¿Qué harás entonces?

- Eso no va a pasar. Yo estoy bien así, no necesito más. Con lo que él me da tengo suficiente. Algo más me agobiaría.

- Sí, ahora. Pero nosotras no somos así, nosotras siempre queremos más. No nos conformamos con una vida normal, con tener lo justo, con lo que cualquiera se conformaría... Nosotras necesitamos más y no paramos hasta conseguirlo.

- ¡Tonterías! Cada uno da lo que puede o tiene y no hay que pedir más... Yo me conformo con lo que me aporta de verdad... Lo contrario sería absurdo, innecesario.

- Si tú lo dices... Ojalá sea así, pero creo que no vas a poder Patricia, creo que llegará el momento y él no es así, él es un alma libre y comprendo que eso es lo que te ha enamorado de él, pero tú no eres así y no puedes cambiarlo, ojalá tengas razón....

Con estas palabras nos despedimos  mi gran amiga de emociones y yo, una eterna noche de verano. Hablando de amores de verano y sin preocuparnos demasiado por el qué vendrá. Al menos yo. Disfrutar. Es de lo que se trataba.
Octubre. El invierno llega, comienza a asomarse y con él las primeras lágrimas de desamor. No, él no es así. Y yo tampoco. Él no puede darme más y yo no estoy dispuesta a conformarme. Es un alma libre y yo soy alma enjaulada por su amor, así que revoloteo enfadada por haberme enjaulado y me abre la puerta para que me escape si quiero y entonces me enfado aún más porque cuando quieres a alguien no le abres la puerta, no vaya a ser que se vaya a escapar... Tonterias! El amor es libre, como esta metáfora que he creado sin querer y mientras lo escribo me doy cuenta de lo  equivocada que estoy. Libre. Y yo quiero enjaularle, Dios mío... Libre... Si su vuelo le hace posarse en mis ramas, bienvenido seas viento del Norte que le has traído hasta mí y si no, bienvenido seas viento del Sur que me liberaste a la vez... Mientras tanto, intentamos enjaular aquello que creemos que poseemos, porque tener el control nos crea una absurda y falsa sensación de estabilidad. Estabilidad, eso que todo el mundo desea... Porque lejos de eso, estamos perdidos, nuestros valores se tambalean y el mundo tiembla a nuestros pies. ¿Habré encontrado la solución? ¿O simplemente me engaño a mi misma por no aceptar que no soy digna de merecer su amor? Qué más da. El insomnio me puede. Las cuatro de la mañana, tres capítulos, un croissant, un vaso de agua y con los ojos abiertos como platos. ¿Por qué? Dios sabrá. Voy a intentar contar ovejitas, o palabras quizá. Más vale que apague el despertador. Dulces sueños querida yo.

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