lunes, 22 de octubre de 2012

Ann vuelve a navegar.

Es tarde. La Luna asoma descarada por mi ventana mientras suavemente cierro este par de hojas de madera que desean ejercer de persiana sobre los viejos trozos de madera que cubren el cristal queriendo formar un rectángulo imperfecto. Un segundo antes de conseguir encajarla, subo la mirada, sonrío... Sé que me mira. Le guiño un ojo y cierro lo más deprisa que puedo para evitar la entrada de esos seres tan indeseables llamados mosquitos. Me quedo pensando. Me quedo sintiendo. Sonrío tenuemente a la vez que noto que mis hormonas segregan placer a mi cuerpo, que me permite estar tranquila, relajada. Sonrío. Pienso en ellas. Las imagino riendo y vuelvo a sonreír. Son realmente fantásticas. Al finalizar la velada, tras las cámaras y algún cóctel de más que derivó en un estado algo descarado nos quedamos charlando, me encanta ver sonreír de nuevo a Ann. Feliz. Ha vuelto a navegar. No hay cosa mejor que hacer las cosas que amas. Hemos decidido ir a verla, apoyarla a superar ese tremendo miedo para poder alcanzar su pasión. Nos pasamos la vida buscando un amor, pero ni si quiera nos damos la oportunidad de hacer aquellas cosas que amamos. ¿Para qué un amor entonces?. Hace poco leí algo así:

"Si estás buscando al amor de tu vida. Detente. Estará esperándote cuando comiences a hacer las cosas que amas"

No hay una verdad mejor. No hay un fin mejor. No hay nada mejor. Por eso la apoyo. Por eso quiero que vuelva a hacerlo, porque en el fondo, sé que allí estará él, para recibirla con los brazos abiertos, y no se me ocurre absolutamente nada mejor. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario