lunes, 30 de abril de 2012

Y que le gusten los perros



Seguramente lo que llevaba yo encima, entre zapatos y bolso, costaba más de lo que le había costado su furgoneta nueva de segunda mano. Y seguramente si alguien nos vio avanzar por esas calles empedradas pensó vaya pareja tan extraña. Ella con sus zapatos recién estrenados de Channel, y él con sus múltiples piercings en la nariz. Sus tres tatuajes. Y su andar despreocupado. Pero éramos felices. Nos gustamos. No sé muy bien por qué, pero nos atrajimos. Lo cierto, es que al principio yo estaba más pendiente de un Cubano que andaba por ahí tirándome los trastos continuamente, y no le hice mucho caso. Sólo recuerdo que le veía, cada poco tiempo. Siempre estaba. Con su sonrisa, esperando a ser respondida. Me gusta la gente como él. Sin preocupaciones. Sin tonterías. Me gusta hasta que tenga agujereada varias veces la nariz. Lo cierto es que es guapo. Dimos un paseo y nos divertimos como dos recién enamorados. No sabíamos lo que hacíamos. No, para nada éramos conscientes, pero me dio la vida. Realmente me gustó.
En el trayecto en coche me habló de Shiba, su perrita, se la había traído con él. Me he enamorado, le dije, y no podía parar de reír. Yo le hablé de Dan, y pensamos en hacerles novios... Pero caímos en la cuenta de que una Sharpei y un Dálmata no tenían mucho futuro... Así como nos pasaba a nosotros, y reímos y nos miramos y volvimos a reír. Me gustó. Pero se hizo de día, y el día, hace ver las cosas con más claridad. Yo debía volver a casa donde me esperaban mis padres con un tremendo disgusto por las horas de llegada. Y él... Él debía seguir con su vida.

Hoy, he sabido de él. Quiere volver a verme... Me encanta. Pero no es el momento. Ni si quiera me permitiría aplicarle la nueva Ley del mes... Lo estoy pasando demasiado bien. Y tiene una mirada demasiado tierna como para hacerle esto. Te deseo que seas feliz, allá donde estés, chico sin nombre. No te agarres a mí, que es mal momento.... Disfruta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario