lunes, 2 de abril de 2012

Animales.


No tenían nada en común, salvo las ganas de devorarse lentamente el uno al otro. Se conocieron sin mucho preámbulo un Sábado en la noche madrileña. Ella, rubia, seria y algo alocada. Él, se había recorrido el mundo a lomos de su Harley. Ambos eran guapos, para qué negarlo, y tenían demasiado que decir, pero poco que decirse. Eran totalmente conscientes de que cada cita con excusa de un café que concertaban, era simplemente un paso protocolario, para que más tarde el deseo y la lujuria no pudieran considerarse un pecado, pero eran citas incómodas, tan incómodas como sólo a dos personas que lo único que quieren es comportarse como verdaderos animales, les puede resultar.... Eso es lo que eran, animales. No tenían remedio.

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