viernes, 20 de abril de 2012



Me había dado cuenta de que tenía algo especial que atraía a tipos de mi misma condición. Yo era una hechicera y me puse a buscar a Merlines encantadores en todos los rincones de la ciudad, gente con chispa, amantes, cuyas pequeñas venas marcándose bajo la piel tenían siempre algo sexy. Hombres en los que pudiese sentir el pulso de sus muñecas. Seres capaces de oír el bolígrafo sobre el papel y de emocionarse ante la amplitud de una mancha de tinta en una hoja blanca. Varones que veían, como yo, las partículas que componen el aire, y podían percibir sus diferentes colores. Gente a quien el olor del baño obstruido en una discoteca a las cuatro de la mañana le hacía recordar la fragilidad del ser humano.


Gente que me hacía sentir viva.






(Valèrie Tasso)

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