domingo, 2 de junio de 2013

Ya era hora



Dos palabras: Quiero sexo,
y mi perro ya estaba arañando el cristal de la ventana en el que se reflejaba esbelta tu figura. No tuve que decir mucho más porque ambos sabíamos lo que buscábamos desde hace ya mucho tiempo. Subió. Observó curioso mi escritorio, la funda de mi sofá y también la de mi cama. Me miró, sonrió... me agarró fuerte las nalgas y me cogió lo más arriba que su musculatura le permitía. Cuando me tuvo a la distancia deseada, justo ahí, me agarró vorazmente y comenzó a devorarme como hacía tiempo no sentía que lo hacían. Un auténtico animal, reprimido tras muchos años de intentos fallidos se había desatado en ese encuentro y en consecuencia... Yo estallaba en un latido de placer que hacía de  aquel partido algo fuera de toda vivencia terrenal. Al fin estábamos juntos. Lo cierto es que a mí, no me importaba demasiado, ni si quiera me había costado esfuerzo alguno, pero allí estábamos, estallando en un aullido de placer conjunto.

Ya era hora, amor de verano, ¿por qué has tardado tanto?

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