miércoles, 20 de junio de 2012


Tres días. Tres días han pasado ya desde la última vez que supe algo de él. Hoy tendría que estar aquí, hoy era el día que tendría que haber venido. Tres malditos días. Imbécil. Miserable... No puedes irte y desaparecer así sin más, dejándome roto el corazón, dejándome sin nada excepto con una inmensa preocupación de que te haya ocurrido algo, cuando en realidad seguro que andas disfrutando y bebiéndote hasta el último de los euros que hayas recaudado. Maldito imbécil. He estado cada segundo a tu lado, te he alimentado, te he dado cobijo y te he hecho el amor como hacía tiempo no te lo hacían, y ahí sigues tú... Sin decir absolutamente nada. No te molestes, ya no importa... Sólo quiero saber que estás bien. Que va todo bien. Sólo eso, después, recoge tus cosas y márchate como ya has hecho una vez, como has hecho tantas otras veces antes de conocerme. Debía haberlo imaginado, por qué iba a ser diferente conmigo. La idiota sigo siendo yo, una vez más.

No hay comentarios:

Publicar un comentario