viernes, 29 de junio de 2012

Deseos de posesión del alma

No he dejado de pensar en él ningún solo segundo desde que se fue. Acabé algo decepcionada tras su visita por algo que aún no consigo comprender.Sin embargo no ha habido noche que no haya cerrado plácidamente los ojos imaginando la idea de volver a verle. Quizá sea esta vida ociosa que como bien sé, suele ser un infierno para la mente que no la deja descansar de las
Nimiedades, quizá sea esta necesidad de poseerle. Quizá sea este deseo insaciable de tenerle, o quizá esa curiosidad que me despierta una personalidad como la suya, quizá sea su forma de ver la vida, la mía o quizá la nuestra, quizá sea aquel post que escribí una vez en el que confesaba mi amor tras haberle conocido. Lo único que verdaderamente tengo claro es que quiero volverle a ver, quiero volver a Saber, quiero saciarme de su locura, de su prepotencia, de su inteligencia, de esa forma maldita que tiene de absorberme el cerebro y hacer que parezca un mísero guisante al lado de un gran árbol con ciertos de años y gran sabiduría, quizá sea esa forma de libertad, esa forma sutil de maltrato a todos mis prejuicios y esa violencia que me provoca ante los suyos.Sea lo que sea, sé que quiero volver a verle, que le quiero volver a tener. Tener la oportunidad de dejar que nunca más vuelva a irse, que quiera cogerme tan fuerte que tenga miedo a romperme.Quiero que sienta miedo, admiración, quiero que no quiera perderme. En el fondo, quiero hacerle sufrir. Sufrir por mi, no hay forma más evidente de posesión de un alma que el sufrimiento ajeno, ajeno a cualquier oportunidad, ajeno a ti, imposible de ser saciado, no hay evidencia mayor del deseo de suicidio que es el amor, que el sufrimiento por un alma tan vehemente como la mía. Entonces, entonces sé que estaré tranquila, porque ahora es él quién posee la mía. No le ha dado tiempo suficiente para maltratarla de manera que yo asuma ese sentimiento maldito llamado amor, pero sé que desde el momento en que me miró, aquella noche, en aquel mugriento bar donde lo que realmente sustentaba mi vida por estos ya desgastados cables era el alcohol, desde aquel momento y para siempre, fue suya. Única y exclusivamente suya.

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