viernes, 24 de febrero de 2012

---vuelta al mismo punto---

Toda una tarde editando entradas de amor y felicidad en mi cabeza sin poder ser materializadas por falta de herramientas... Y todo el día con una increíble sonrisa en mi cara por una magnífica noticia. Y lo único que un día pedí era alguien que comprendiera... No necesito estar colmada de regalos. Sólo que cuando llegase ese día en el que yo quiera enormemente saltar de alegría, alguien tuviera ese pequeñoyoquesé que sólo unos pocos tenemos, de aún estar muriéndonos por dentro, dejar disfrutar a la otra persona de su inmenso momento... ¿Sabes por qué? Porque la felicidad son esos pequeños momentos, o largos tal vez... pero momentos que se desvanecen y no se deben gastar, y me sentiría tan mal si gastase uno sólo de aquellos momentos de alguien... ¡Qué malo sería! Esa es la persona ideal. La que simplemente te deje ser feliz. Te haga feliz sin mucho esfuerzo, por eso no pide recompensa... Es simplemente eso. Ahora estoy aquí, frente al ordenador y vuelvo a tener algo de dolor de cabeza. Y me muero de miedo por ello. Y hoy era un día feliz y lo he desgastado.

Vuelvo al trabajo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario