Una nota pegada en la pantalla del maldito Mac.

Martes. Cinco horas, cincuenta y tres minutos de la tarde. Calma. Consigo sentarme en este gran escritorio de este pequeño estudio. La verdad, no es gran cosa y tiene algo que no me hace estar del todo bien, pero estoy tranquila, feliz. Después de dos capítulos de las chicas Gilmore y un gran fin y comienzo de semanas intenso emocionalmente, corro desesperada a escribir unas líneas en este cuaderno tan particular. No tengo conexión a internet. Es algo así como quien quiere escribir y se quedó sin tinta para la pluma. Cojo mi boli Bic y las letras se deslizan solas por esta nota adhesiva color rosa en mi Mac. Tengo que estudiar. Tengo que coger esos malditos folios y ponerme de una vez. Tengo que llegar temprano a clase y conseguirlo. En un par de semanas viajo a Barcelona por trabajo. Sólo de pensarlo, ya me canso, pero me siento increíblemente bien de poder realizarlo. Y parece que sí, parece que al final me voy de aquí al año que viene, sea donde sea, sea como sea y con quien sea, me voy. Espero que todo en mi vida siga siendo igual de emocionante hasta el final de mis días. Cansado, pero emocionante. A veces pido un poco de tregua, pero es mentira, si la quisiera, pararía como hacemos todos. 

Voy a solucionar un par de cuestiones que tengo pendientes. Mañana más.