viernes, 28 de septiembre de 2012

aún más.

"Prefiero tenerte de cualquier manera a no tenerte..."

Eso me dijo. Y eso mismo pienso yo. En toda su magnitud. En todo el esplendor de la frase. Llega el fin de semana y no me preocupa. Prefiero tenerle de cualquier manera a no tenerle. Así de maldito es el amor. Pero me tranquiliza pensar que el siente lo mismo, y que me lo ha dicho. No hemos hablado. No hemos podido. Ni si quiera era necesario, o tan si quiera conocimos un buen momento para hacerlo. No hemos hablado. Parece que todo está sobreentendido o quizá que todo vaya a fluir o quizá esperamos que la vida nos tenga guardado algo grande. Quizá sea así. Las buenas personas merecen cosas buenas. La pureza de corazón se ve de alguna manera recompensada aunque sea en la retórica de sus actos. Lo sé. Lo espero, porque al fin y al cabo... A todos nos gustan los finales felices. A todos nos gusta que salga bien. Lo cierto es que no lo espero fervientemente, por si acaso se tuerce, que no se me rompa del todo el corazón, imagino por como le siento, que él piensa lo mismo. Estoy asustada. Asustada por la distancia. Asustada por tener a alguien a mi lado... Tengo tanto miedo... Miedo a no estar a la altura y miedo a que me rompa el corazón. Tengo miedo a que sea cruel. Miedo a que me castigue a cada paso que doy. No puedo evitar recordarle, a él, a ese llamado gran amor que me quitó todo. Aún me tiembla el paso cuando voy a decirle algo al chico sin nombre, me tiembla al pensar en decirle que voy a salir, que confíe en mí. Casi no puedo respirar, por si nota una vacilación en el tono de mi voz y cree que es mentira. Casi no quiero explicarle, por si cometo algún error y cree que es mentira. Casi no puedo caminar por si me tuerzo... y cree que es mentira. Por si todo mi amor no le basta, por si de repente descubro que es igual que él y necesito salir corriendo. Como quién va recibir un buen golpe, en cualquier situación que se asemeje a una anterior, me tapo la cara y me encojo, me encojo fuerte hasta que pasa, por si levanta la mano, por si levanta la voz. Finalmente el tono de la frase, convierte toda esta metáfora en algo absurdo y por su parte recibo una caricia, aunque lo haya hecho mal y consigo respirar. Y esa distensión me hace amarle más. Aún más, si esto es posible.

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