miércoles, 29 de agosto de 2012

Ton. Ton. Ton... Campanada tras campanada. Sonido tras sonido. Vibración tras vibración hacían partir mi corazón en trocitos, trocitos tan pequeños que sería casi imposible de recomponer mientras miraba tu cara de fragilidad, de dolor, de sufrimiento, de incomprensión... Algo que nunca había sentido invadió mis entrañas. Tenía unas ganas inmensas de llorar. De apartar a toda aquella gente y abrazarte tan fuerte que te llegaras a romper, pero no lo hice, y me quedé como aquella muchedumbre, intentando acompañarte mientras veía el sufrimiento resbalar por tus mejillas. Solo, tan solo que casi consigo volverme loca... Salí corriendo de allí. No quería dejarte, pero a veces, a veces en la vida, la mejor forma de ayudar es teniendo paciencia. Y la he tenido, y mientras... sólo espero que sepas, que aún tengo una necesidad inmensa de abrazarte. No tengas miedo. Estoy aquí, casi tan indefensa como tú.

No hay comentarios:

Publicar un comentario