martes, 14 de agosto de 2012

Odio no poder...


Odio no poder hacerlo. Odio no poder presentarme en tu casa con una botella de Whisky de ocho años y emborracharnos hasta olvidar. Olvidar que ha pasado el tiempo. Olvidar que las cosas han cambiado. Olvidar que las cosas no van bien. Simplemente olvidar. Olvidar que existe el tiempo  por un momento y olvidar lo que está ocurriendo. Olvidar, para luego darnos cuenta de que esto no es cierto, de que estamos donde estamos y como estamos y que tú puedas romper a llorar. Llorar sin cesar. Llorar hasta liberar tu alma de esa incongruencia, de esa incomprensión, de esa rabia contenida. Llorar, para luego gritar, y pegar patadas a un árbol hasta que nos duelan los dedos de los pies, tanto que se nos quite el dolor de corazón. Y entonces, en ese preciso momento, correr, correr tan lejos, tan rápido... que el tiempo no sea capaz de alcanzarnos, burlar a la vida por unas horas. Hacer puenting. Besarte. Abrazarte. Tan fuerte que sientas que te vas a romper. Y romperte en pedazos por fuera para poder empezar a recomponerte por dentro, porque no puedo verte así, porque odio verte así y porque estoy rota desde el día en que vi aquella inexpresión, aquél océano sin final en aquellos ojos que tanto he añorado, en aquella mirada que tanto he deseado. Y llevo días llorando el mar de lágrimas que tú no puedes soltar, lágrimas de impotencia, lágrimas por no poder correr hacia ti, por no poder sacarte, por no poder simplemente permanecer a tu lado, sin decir nada, sin respirar si quiera, por si acaso eso pudiera molestarte... Lágrimas por no poder llevarte un bizcocho de esos que me ha dado por hacer ahora, con forma de corazón y de varios sabores, que aunque ya sepa que tú los harías mucho mejor, también sé que pocas personas podrían hacértelo con tanto amor... Lágrimas de inconsistencia, lágrimas de deseo, de rabia y hasta de desamor. Lágrimas por ti, mi amor. Lágrimas por mi imposible y por tu situación. Recibe al menos una caricia dulce, tan dulce, que pueda secar esas lágrimas que no dejan de caer por tus mejillas sin tan si quiera humedecer tu rostro, tan dulce, que te haga soñar por un momento, que esto no es cierto, porque al fin y al cabo, mi amor... ¿qué es cierto? ¿qué ocurre de verdad? ¿qué nos lleva hacia donde el viento sopla fuerte? Lo cierto, es lo admirable que es la fortaleza de algunas personas, y eso, eso es con lo único que nos podemos quedar. 

2 comentarios:

  1. Siempre he pensado que la admiración es uno de pulsos importantes que escriben sin flaquear y en MAYÚSCULAS la palabra amor. Yo cada día te admiro más que quieres que te diga. Menudo tesoro he ganado contigo, menudo tesoro...

    ResponderEliminar
  2. pues eso viniendo de ti... me hace sentir realmente bien. Espero que sepas que es mutuo... Menudo tesorete tengo también! :) te quiero...

    ResponderEliminar