lunes, 13 de julio de 2015



A veces creo tener la respuesta a ese eterno interrogante llamado amor. Y amo, y me creo que puedo hacerlo. Duermo abrazada a él, en paz, y todo parece brillar de un color hermoso. Pero es entonces cuando me cruzo con tu mirada y me acuerdo de la poesía. Y veo eso que jamás dibujarán otras pupilas cuando me miran, jamás. Es imposible, porque no es humano. Y vuelven los poemas, y el corazón despierta de un latido, y tú ya no estás. Pero yo recuerdo lo que es amor. Y no es una tarde de domingo (o sí, si es junto a ti), y no es un paseo agradable bajo la luna (o sí, si es junto a ti), y no es un pasar las tardes en compañía (o sí, si es junto a ti), y no es una película, un libro o un piropo (o sí...). Es un sonrojar en las mejillas ante el hurto de un suspiro, es un te amo, libre y sin tapujos, es un te quiero así, porque eso es todo. Es un quédate conmigo o no podré vivir, aunque suene a demasiado. Pero sí, seguimos viviendo, por separado, el mundo no se para, excepto cuando nuestros relojes se cruzan y se acuerdan de los poemas. Ahí sí. Sucede una explosión. Pero apretamos los dientes, y la dejamos pasar. Como siempre, como todos. Al fin y al cabo, el amor es eso que dicen, el amor... ¿qué coño es el amor si no eres tú?


Vuelve.

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