martes, 21 de mayo de 2013

Mi margarita favorita

Las margaritas amarillas que adornan las ruedas de mi bici se han vuelto grises, alguna hoja es negra ya quizá. Sin embargo las margaritas rosas siguen tan rosas como el primer día, parece que me sonríen a veces. Las margaritas amarillas se han vuelto tristes, se han vuelto aburridas. El rodar de la vida las ha empapado de un sudor que empaña su mirada hasta alcanzar un color mezquino, aunque agradable para alguien tal vez. Las margaritas amarillas que adornan el vaivén de mis ruedas ya no sonríen más. Les pudo la avaricia, la envidia a las rosas quizá. Siempre estuvieron un poco más arriba, casi rozando neumáticos, decían que así podrían sentir el viento mucho más. Las rosas, sin embargo, más cautas, prefirieron el abrigo de una cadena, el constante movimiento sin cambios de un eje central, ellas prefirieron resguardarse un poco más adentro y aún están rosas como el primer día. Aunque una de ellas me confesó un día que enmustecía de aburrimiento, qué maldad para el alma! Pero espera... para mí, la mejor fue aquella que voló, se puso al borde del manillar y acompañaba al juego de mis dedos al mover cada pistón, sentía cada curva, cada movimiento, el furor de un cambio de marcha sin sufrir cada salto. Aquella se marchó. La última vez que la vi, era rosa y aún sonreía sin cesar. Seguro que ahora adora el viento a lomos del cabello de una niña que no cesa de jugar. Sin duda... Esa era mi margarita favorita.

No hay comentarios:

Publicar un comentario