martes, 7 de mayo de 2013

Aquellas cartas de amor que no recibí



Recojo una carta que no es a mi nombre. Me paro a pensar. Dudo. ¿A qué casa estará llegando aún mi correo postal? ¿En cuál de todas ellas recibirán mis facturas del banco? ¿En cuál el catálogo del mes pasado? ¿A cuál de todas ellas mandarán mis cartas de amor? Quizá sea por eso que ya no recibo ninguna, quizá sea por eso... sí, por eso será, porque no hay un sitio donde enviar. Espero que todo cambie, espero seguir despertando a las cigüeñas cada mañana, espero que tal vez este sea un sitio donde yo me pueda quedar...
Estoy pensando en coser unas cortinas, un par de cojines coseré quizá... Compraré un poco de pintura y  enrojeceré las paredes con un sabor a corazón tal vez, seguiré saludando a mi vecino cada tarde y subiré a tender mientras toda la Ribera me saluda con pasión. Ojalá sea así. Ojalá no me tuviera que ir. Pero antes tan si quiera de haberme instalado ya de nuevo he de partir.

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