viernes, 29 de marzo de 2013

Nadie saldrá vivo de aquí



Hay determinadas situaciones que te superan, que no puedes controlar. Por mucho que tú quieras, son más grandes que tú y para siempre lo serán. Son más grandes que cualquiera de hecho, nadie, aunque quisiera, las podría masticar. Sin embargo, un día llegan, llaman a tu puerta y no tienes más remedio que abrirla, abrirla y hacerte consciente del problema, de la situación, de que existe... y que lo has de enfrentar. Miras a tu alrededor, todo sigue igual. Los cuadros siguen en su sitio, los platos que ayer no lavaste por pereza al terminar de comer, siguen en la pila, el perro sigue comiendo a la misma hora y el vecino sigue tirando la basura a las nueve en punto. Todo sigue igual, pero todo ha cambiado. Parece que la rutina, lo externo, no hay quién lo rompa, todo está perfecto. Incluso tú, te levantas a las ocho en punto, desayunas, te duchas, te pintas los labios de rojo y te echas a la calle... Todo sigue igual y sin embargo... Todo ha cambiado. Pero no hay palabras para describirlo, no hay palabras para expresarlo, ni si quiera quieres hacerlo. Te gustaría que fuera una broma pesada, que fuera quizá una mentira, que todo el mundo estuviese equivocado. Te gustaría hasta que fuese la obra de una persona malvada que sólo quiere hacerte daño. Sabes que sufrirías, pero sabes también, que de esa manera, tu protegido estaría a salvo...

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