domingo, 26 de abril de 2015

Domingo.

Un domingo interminable 
que acaba en mis manos 
por no encontrarte. 

Un domingo lleno 
de cine barato en un salón 
que chirría las puertas por ti. 
Un domingo 
de esos que haces cruz
 en el calendario por no pensarte,
 de esos que no atiendo
 a razones sin tu boca,
 de esos en que lo único
 que hubiera bastado para morir
 sería perder el aliento,
 porque el corazón se paró
 la noche del sábado,
 cuando caí de la bici frente a tu puerta y
 el ron se me derramaba por las pupilas
 mientras la lluvia desenredaba mi pelo.

 De hecho, probablemente ya no tengo el corazón, 
no lo sé, porque no lo siento, 
pero vi a tu perro juguetear con él mientras me lamía las heridas 
en las rodillas que me dejó 
otra boca 

por no hallarte.


Fotografía: Irving Penn.

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