domingo, 26 de abril de 2015

Causalidad o destino.






Siempre íbamos a la misma frutería, y no sé cómo lo hacíamos, pero siempre coincidíamos a la misma hora, comprábamos las mismas manzanas, y nos despedíamos cordialmente. Así, una y otra vez. Daba igual que yo fuera a las siete o él a las siete y cuarto, siempre algún motivo (que alguien mal llamaría destino) nos hacia coincidir. Un día el frutero no encontraba las bolsas, al siguiente yo había decidido salir más temprano y poner a prueba la casualidad y él también. Y así, acabamos comiendo las mismas manzanas del mismo plato, pues se acabó mudando conmigo. Y supongo que yo siempre había tenido la cama vacía porque siempre le había estado esperando.


No hay comentarios:

Publicar un comentario