jueves, 23 de enero de 2014

Quiero, te.



Lo cierto es que ahora mismo la palabra compromiso o cualquiera de sus derivados, hace surgir un sarpullido rojo por toda mi piel. Sin embargo... No digo que no a esa persona que te abraza fuerte cuando hace mucho aire, que mete los pies entre los tuyos cuando te mueres de frío, esa persona que ocupa el lado vacío de tu cama, la que muere cuando tú faltas y se estremece por tu llegada. No me despojo de un : buenos días princesa; o un : es por ti, todo lo que hago es porque tú me haces así. No expulso una mirada cómplice o un abrazo en una noche de frío. Un chiste malo a cualquier hora o una voz amiga al otro lado. No quiero deshacerme tampoco de tardes absurdas de Domingo o de risas todo el día. Carreras desde mi casa a la esquina, o del momento terrible en el que dices esa palabra tan ...... quiero, te. Ahora mismo, ni aún después de mil tormentas, me deshago de ti. Lo juro. Pero mejor, no le pongamos nombre, amor.


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