viernes, 11 de octubre de 2013

Las distracciones del amor

Pero cuando él sonríe,
me enamoro yo.





Hay distintos tipos de amor. Los hay altos, bajos, medianos... Los hay que toman café, los hay que siempre tienen prisa. Los hay lentos, románticos, sensibleros y hasta gilipollas. Siempre, y para cada ocasión hay un tipo de amor distinto. Sin embargo, no todos los tipos de amor provocan lo mismo. Hay quien te hace sonreír, quien te obliga a vivir. Hay amores pasionales y amores orgásmicos. Los del cosquilleo en el estómago y los de "con el tonteo se me pasa". En mi primer cuarto de siglo, he disfrutado de muchos tipos de amor, pero ninguno como este: absurdo. Sí, así lo voy a calificar: amor absurdo. Hace que tropiece seguidamente, con suerte siempre antes de encontrarnos y (de momento), nunca durante. Hace que me ría por nada, que titubee con las palabras, que me desconcentre mientras habla... en definitiva, hace que pierda la cabeza, como todos, pero de forma absurda. Me río sin motivo porque a menudo estoy ejecutando cualquier acto sinsentido en intervalos cortos de tiempo, y he de menear varias veces la cabeza para despertar de mi letargo. -¿Estás bien?-, pregunta. Un segundo, dos segundos, tres segundos, un millón y medio de segundos ... -¿Eh? Sí, si. Estoy bien, venga continuamos-, respondo. Absurdo, no hay otra manera de llamarlo. Pero es increíble la forma que tiene de embaucarme, tan increíble, que me enfado. A menudo, si existe una atracción por alguien de mi entorno suele resolverse con dosis intensas de algo salvaje, que hacen que abandone por completo la frustración, lo cual no quiere decir que sea menos amor, pero por lo menos, no es absurdo, tiene algún fin. Este tipo de amor, se intuye que no puede resolverse así, de modo, que mi cabeza pasa el día pensando en lo que haría con la maldita frustración. Y... sí, las marcas de mis rodillas no son de aventuras sin fin encima de una bicicleta a toda velocidad, no, es el segundo día que tropiezo justo antes de ir a verle. Los nervios de mi cuerpo se activan de tal manera, que el resto de funciones quedan totalmente desordenadas, de manera que voy caminando sin más y plás, me caigo... así, sin más, así, sin sentido... Cuando escuchaba hablar de las distracciones del amor, siempre pensaba: - qué cosa tan absurda! - Pues mira por donde...



No hay comentarios:

Publicar un comentario