miércoles, 23 de octubre de 2013

Nada peor que un animal con miedo



Cae la noche, y con ella las primeras gotas de este día tan gris. Caminamos y se abre una nube a nuestro paso. No me importa, tengo los pies llenos de barro y puede que el agua los limpie. Te miro, te acercas y me rozas sin darte cuenta. Una descarga recorre hasta la última ramificación de mis nervios. Estoy calada hasta los huesos, supongo que será la lluvia. Vuelves a mirarme. Sabes perfectamente lo que está pasando en el fondo de mi ser, y te encanta. Me miras. Sonríes. ¡Joder! Esa puta sonrisa.... Trago saliva e intento contener el crispamiento de mi tentigo, no logro hacerlo. Estoy completamente empapada. Supongo que la nube era muy grande. Seguimos caminando, me adelanto. Clavas tu mirada. Detengo la marcha. Me giro. No era la nube lo que empapaba mi mirada, lo descubres y te acercas sin retirar ni un segundo tus pupilas marrones. Estoy a punto de estallar de placer y aún no me has tocado. Te acercas jodidamente lento, tanto que voy a desfallecer a tus pies. Mantengo el equilibrio hasta que te sitúas a dos centímetros de mí. Esto no puede ser sano. Estallo un gemido incapaz de contener. Desabrochas mi pantalón odiosamente ajustado y metes tu mano hasta el fondo. Ni si quiera te he visto venir. Sonríes al notar la provocación de tu mirada y me penetras sin pudor, tampoco he podido seguir tu movimiento porque el delirio de tus dedos tenía mi mirada perdida en el candor de tus labios. Me subes hasta tu cintura, y de ahí al cielo. A un cielo que  tan si quiera conozco, y una vez allí pierdo por completo el conocimiento y con él, mi control. Sé que me muevo, pero no sé hacia donde. Tienes todo el dominio y, por primera vez, eso me vuelve completamente loca. Sostengo gemidos y gritos de placer prohibidos, lo que me transporta a otro universo al no poder desatar mi locura. Insana locura. Si no paras ya el exceso de clímax me hará llorar de placer. Todo en exceso es malo, pero quiero quedarme en este para siempre, aunque esté a punto de morir, aunque justo en cada golpe me sienta más lejos de la tierra, siento que ya no necesito seguir viviendo... y en el preciso momento en que creo que ya no aguanto más esta excentricidad, siento que te pierdo, rozas el cielo, el cielo y la tierra, todo a la vez, lo noto en lo más recóndito de mi cuerpo. El movimiento se vuelve lento y me resulta más excitante, tanto que vuelvo a perderme en el placer por última vez. Y justo allí, caemos rendidos al suelo, como dos animales que acaban de pelear, llenos de arañazos y totalmente empapados por la intensa lluvia de verano. Te miro, te miro y sonrío. Sonríes, me besas. Me besas y es justo ahí cuando me asusto, me asusta saber todo lo que siento por ti y que ya no puedo guardar. Un río de lágrimas empapa mis mejillas. Te asustas. Te beso en la frente y salgo corriendo, no aguanto allí ni un minuto más. Corro con todas mis fuerzas. Ya lo sabes bien... No hay nada peor que un animal con miedo. Llego hasta el coche, respiro intensamente y camino hasta casa. No quiero volver a verte. No puedo volver a verte, no así de vulnerable, no así de desnuda. Eres un maldito sueño, un sueño erótico, y al probarte te has convertido en una maldita droga, heroína pura para mi organismo. Y yo...yo soy una jodida yonki. Drogadicta de almas tan inauditas como la tuya. Más vale desintoxicarme.

No hay comentarios:

Publicar un comentario