Finalizado un día tan sumamente agotador, desnudarme sola en un cuarto meticulosamente ordenado, una cama recién hecha, y con las sábanas limpias, con olor a suavizante a ser posible. Las sábanas planchadas, ya me llevan a un estado de éxtasis amplio durante varios minutos... Deslizarme sobre este cuadro y estirar las piernas hasta casi llegar al final de la cama... Dios! Lo puedo sentir... Me encanta. No pido demasiado, pero es uno de mis estados más placenteros. Hoy dormiré bien. Quien me conoce ya sabe exactamente de lo que hablo.
Esa sensación que deacribea es una de las que más me gustan en la vida. ¡Qué tendrán las sábanas para hacernos sentir tan bien!
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