jueves, 5 de enero de 2012

En donde quiera que estés.

No sé si fue la inmensa sensación de amor que sentí al despedirme de mi padre, junto con el intrínseco e inevitable miedo a perderle, mezclado con las deslumbrantes luces de aquel coche rojo, lo que me llevó a acordarme esta noche de tí. A acordarme y a sentir una necesidad extrema de escribirte y explicarte. Aún recuerdo la última vez que te ví. Hacía meses que no nos veíamos, y casualmente el fin de semana antes de marchar te encontré de repente. Nos pusimos a hablar como hacía tiempo. Te conté que estaba con una persona maravillosa, que hacía mi mundo mejor, y recuerdo tu cara de alegría, aún recuerdo aquel abrazo que casi me rompe en dos... Así como aquellas palabras en las que expresábamos como hacía tiempo lo especiales que siempre habíamos sido el uno para el otro, y lo que debía esperar de alguien. Casualidades de la vida. Y te fuiste.
Te fuiste, sin más. No sé contar la de veces que habré imaginado cómo fue aquél accidente, y como te habré odiado por ser tan sumamente inconsciente. Aún estoy enfadada contigo por eso. Pero hoy día de Reyes, tras esta sensación y estos recuerdos, quiero regalarte y regalarme una palabra: Perdón. Perdón por no haberte llorado lo suficiente. Perdón por no haberme cogido un vuelo directo y haberte llevado la rosa que me hubiese encantado regalarte. Perdón por no haber sido lo suficientemente fuerte como para sobrepasar los inmensos celos de él, y haber gritado todo lo que sentía. Perdón por no haberte escuchado, cuando me dijiste lo que yo merecía. Perdón por habernos fallado. Perdón por no haberte entregado la carta que te escribí desde Noruega a escondidas, por miedo a su reacción. Perdón, simplemente perdón.

Hoy, dos años después, quiero escribirte una de nuevo... Recordar viejos momentos, ya que en su día no pude ni si quiera aceptarlo.

Querido Iván,

En donde quiera que estés...

Decidí escribirte una carta rememorando todas aquellas que tengo guardadas en el cajón. Aquél día lo hice en puño y letra, como siempre hacíamos y creo que empezaba con un Hola! Como siempre escribíamos... Fueron tiempos felices. Me gustabas a rabiar. Fuiste mi primer novio, ya ves! Ya cuando estabas con ella, yo te miraba y decía ojalá fuese mío... Con tan sólo catorce añitos. No te puedes imaginar lo que te quiero Carpito, y lo que te echo de menos. Frecuentemente, sin darme cuenta, me imagino tu coche o te veo por ahí... Y cuando me doy cuenta, resulta que no eres tú. Y reparo unos segundos a pensar en que no vas a ser tú otra vez. No hay un después. No hay un a lo mejor. Aquél día, la vida nos regaló nuestro último abrazo después de muchísimo tiempo... Ya ves, cómo son las cosas.. ¿eh?
¿Sabes? Cada vez que viene Marta, vamos a visitarte... Y te juro que no puedo, creo que aún me cuesta asimilarlo... Aún les veo a ellos y pienso en cuándo aparecerás tú... Y ni si quiera se lo he contado a nadie. Pero es que nadie, sabe lo que fuimos el uno para el otro. Los dos sabemos que no fue un gran amor, pero sí fue una gran amistad. De estas que duran para toda la vida, que te alegran el alma al verte... Pero no, tú decidiste irte antes, antes de que pudiéramos si quiera disfrutar. Como ya sabes, ya no estoy con él. Y recordando como se comportó conmigo cuando me enteré de que ya no volvería a verte más, me siento imbécil por no haberte escuchado.
Te quiero Iván. Te quiero y NO TE OLVIDO, aunque nunca lo haya dicho.

En donde quiera que estés...cuídate, desde aquí abajo te recordamos a diario.

No hay comentarios:

Publicar un comentario