viernes, 27 de febrero de 2015

De barcos de rescate que nunca llegaron a buen puerto.

Cuando todo pase y tu sonrisa llame a mi puerta, no esperes una de vuelta. Quien no supo bailar durante la tormenta no puede esperar que el sol vaya a secarle su ropa mojada. No este sol, al menos. No esperes que mis manos recorran tu vientre hasta llegar a tu deseo, no esperes que mi boca recorra los lunares de tu espalda porque esa ruta ya se habrá borrado de mi memoria. Para cuando todo esto pase, no esperes que mi fuerza recoja tu desesperación porque si algo habré aprendido es que de nada sirve nadar a contracorriente o remar entre tus mares revueltos si llegado el momento de ahogarse no hay ningún barco de rescate.

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