lunes, 16 de junio de 2014

De huracanes y tormenta




El huracán Cleo, me decía siempre Darío.
¿Por qué Cleo? Preguntaba yo entre risas.
Pues de Cleopatra, la estratega por excelencia, me repetía una y otra vez cuando yo preguntaba. Estaba enamorada de los hoyuelos que se le marcaban a ambos lados al mirarme. Me hubiera quedado a vivir en ellos con sólo querer tocarme, pero no era posible. Yo siempre he vivido en una huída constante. Entonces, me preguntó:

-¿Qué siente el huracán, siente algo Cleo? Dime la verdad.
- ¿Que si siente algo? ¿Qué quieres decir?. Dije yo.
- El huracán va de un lado a otro sin un objetivo fijo pero arrasando todo a su paso, dejando sólo desolación cuando desaparece, dejando grandes huellas, dejando vidas a medias. Y yo me pregunto si acaso al huracán le importa, o está tan ocupado en llegar a ninguna parte que no se para ni un momento a pensar en los pobres habitantes del pequeño pueblo del Norte de Alaska donde habita el pequeño Timmy.

Me quedé perdida en sus palabras, congelada, inerte.

- ¿Sabes Dari? Le dije. El huracán está hecho de tormentas, va sin rumbo, arrollando todo lo que encuentra, pero de cada sitio por el que pasa se lleva algo, siempre se quedan cosas en su interior, que permanecerán eternamente dando vueltas en su borrasca. Sin embargo para los nefelibatas de los pueblos por donde pasa es un huracán más, aquello que pasó una vez, que nos destrozó o nos llenó de vida, pero ya está:  no hay más. Una vez pasado, los habitantes vuelven a su rutina, a su normalidad, como si nada hubiera pasado, reconstruyen los desperfectos y de vez en cuando nombran aquello que pasó un día, pero es un vago recuerdo en unas mentes automatizadas. El huracán sin embargo, se quedará eternamente dando vueltas con su seno lleno de recuerdos que jamás olvidará, con la agonía de nunca llegar a ser tormenta y atracar en un sitio para siempre. La agonía de no poder olvidarte Dari. Pero yo siempre estaré ahí para ti, ¿lo sabes, verdad?

- Me cuesta creerlo Cleo, pero te llevaste una gran parte de mí, debes saberlo.
- Lo sé.

Le besé en los labios con la inocencia de un hermano y el sabor de un amante y me fui, me fui para siempre de nuevo, pero él ya lo sabía, él siempre lo supo desde el primer momento en que le conocí.


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