domingo, 22 de julio de 2012

Once Upon a Time


Llego a casa. Por fin una noche en la que consigo llegar totalmente consciente de cada movimiento que hago. Sin cansancio y sin alcohol. Lo más importante. Disfruto de las calles tan vacías de Trujillo a estas horas de la mañana. No hay un alma. Siento como el leve ruido del motor del Wolkswagen se mete por mi interior, desde el pie derecho que pisa el acelerador hasta mi costado, para provocar una extraña pero placentera sensación en las terminaciones nerviosas del cerebro, que me lleva a sonreír, a vivir. Me quedo un rato en el coche, como me gusta hacer siempre que llego. Subo un poco la música y miro el móvil a la vez que mis sentidos se elevan a su compás. Suena una canción que empieza diciendo Once Upon A Time, con una voz realmente dulce. Me gusta. Logro entender algo que habla de príncipes y princesas. Por un momento echo de menos algo. Un abrazo, una mirada sincera. Una mano, que sostenga la mía. Por un momento y después de muchísimo tiempo, deseo dormir abrazada a alguien. Y sí, por supuesto, pienso en él, el chico sin nombre. Y pienso por una vez, no girarme y dormir en otra punta de la cama como llevo haciendo tantos meses. Pienso en detener aquél gesto que me ofrece una falsa sensación de libertad, y me doy cuenta de que no puedo. No puedo, porque estoy sola. Sí, es cierto, podría no haberlo estado hoy. El chico de Nueva Jersey, era guapo, inteligente y seguramente estaba dispuesto a dormir abrazo esta noche, pero había algo en mí que no lo quería, que buscaba más allá. No quería que hubiese una despedida mañana. Creo que por un momento, sin entender muy bien por qué, he vuelto a creer en príncipes y princesas. Quizá llevo ya algo más de una semana creyendo en algo, pero la realidad es que no me lo quiero creer, así que lo dejaré a un lado, no vaya a ir a más y vuelva a equivocarme... Pero me encantaría oír de su boca un : Linda, quédate esta noche. 

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