miércoles, 18 de mayo de 2016

Me quedo contigo.

A veces, me quedo observándola. Es tan fuerte que me da miedo. Da la sensación de que el día en que se rompa va a saltar todo por los aires y no va a salir nadie vivo. Porque tiene que romperse algún día. Todos nos rompemos, tarde o temprano. Pero ha vivido cosas que ni tú ni yo -por suerte- llegaremos a comprender jamás. Para ella romperse no es una opción. Nunca se rinde. Cuando crees que todo está perdido, que ya no podrá soportarlo más, saca esas fuerzas, las de 'corre que es el último sprint' y las del 'no sé cómo coño lo he hecho' y consigue salir airosa de todo. Solo se lleva de recuerdo las cicatrices, marcas en la piel y en el alma que hablan de que cualquier tiempo pasado no siempre fue mejor. Pero tiene que romperse, estoy segura: de vez en cuando lo hará, quizá sea en el momento en que nadie mire, con las luces apagadas y los espejos tapados. Quizá se meta debajo de las sábanas, o tal vez eche un pulso al monstruo de debajo de la cama y se tumbe con él. Eso sería muy propio de ella. Puedo verla, allí acurrucada junto al monstruo, como si no fuera a hacerle daño. Siempre se ha sentido a gusto junto a los monstruos. Creo que a veces cree ser uno de ellos. Ella: mi hada alada, transparente como el cristal, dulce como la miel de sus ojos. Ella un monstruo... Cómo somos los seres humanos, ¿verdad? Supongo que cuando uno se cree ogro es más difícil sentirse atacado. La culpa siempre es propia. El alarido lo da uno mismo, los demás son demasiado indefensos. Ese es su gran defecto: cree ciegamente en la humanidad. Y no, la humanidad no cree en ella, ni la ve como el monstruo que ella imagina. Y no hay alaridos que asusten. Hay golpes, insultos, miradas, forcejeos. Que ella cree imaginar. Y son producto de su mirada indefensa. Parece tan felizmente triste... Me inundan la rabia y el llanto cuando oigo su risa. Es una risa tan fuerte que da la sensación de que vaya a partirse en dos en cada carcajada. Creo que a veces ríe tan fuerte porque no sabe si será la última vez que lo haga. Que tiene la certeza de que un día se le acabará él bonus de la alegría y le invadirá esa tristeza que lleva toda una vida reteniendo. Y puede que no esté equivocada. Puede que ese día llegue, es verdad. Pero mientras tanto, me quedo con su mirada de guardar cien vidas en cada iris. Me quedo con su caminar lento 'por si mañana no puedo hacerlo'. Me quedo con su risa, la que me estalla las entrañas. Me quedo contigo, la del otro lado del espejo.


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