domingo, 13 de abril de 2014

Tan sólo una capital

Camino por las escaleras interminables del metro de Bilbao. Aparentemente estoy erguida. Situada en el lado izquierdo de las escaleras por si alguien quiere pasar. En realidad voy de rodillas, arrastrada por el suelo recogiendo los pedazos de alma que has decidido dejar. Ahí está, desparramada, pisoteada, mi alma manchada, herida, diáfana, ocupa gran parte del suelo y siento como la gente la pisa al caminar. ¡No! ¡No, por favor! Grito a voz callada. ¡No la piséis por favor! Y la sigo recogiendo. Aparentemente sigo erguida, qué más da. La pisan, se ríen, continúan. Consigo hacerme con un trozo y de esta manera no rompo a llorar. Bien, lo he conseguido. Limpio los trozos que quedan y me quedo a solas con ella sin más, llorando su pérdida, qué más da. Hay ciudades que nunca necesitaron alma y esto sólo es una capital .

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