martes, 10 de diciembre de 2013

Jaime



Cuando realmente me gusta Jaime es cuando no es Jaime. Absurdo, pero cierto.
Me gusta cuando se olvida de todos sus prejuicios y de su lado correcto, cuando se mueve sin miedo a despeinarse, cuando me coge fuerte de la cintura y me lleva hasta el cielo. Ese Jaime que sólo conocí un día y que ya casi no recuerdo, ese Jaime me vuelve realmente loca y es lo que aún me ata a él alguna noche de Sábado intempestiva. Supongo que también es eso lo que le torna devoto de mi inoportunidad, supongo que es esa forma de despeinarle cuando no quiere ni mirar, supongo que es esa forma de no quererle un poco más. Ese lado salvaje, ese alma libre que él cree que nunca puede llegar a ser, (pero sí puedes Jaime, claro que puedes, sólo has de galopar). Supongo que represento todos esos pecados que nunca ha sido capaz de cometer, todas esas cosas que jamás se ha atrevido a hacer, todo esa fuerza que no se ha atrevido a tener y por eso le tengo atado a mi piel cada fin de semana, cada Sábado que se me torna gris la tarde. Pero me gusta, me gusta cuando le tengo abrazado a mi piel aunque yo duerma en la otra punta de la cama por no comprometerme demasiado, me gusta cuando se despide con un beso en los labios, aunque yo no me mueva para responderle, me gusta cuando se sonríe porque instintivamente le doblo la ropa como si fuera a mí a quien le correspondiera hacerlo, me gusta cuando me mira y me ve como un bicho raro, como una especie en extinción, como eso que sabe que nunca podrá tener, pero que de vez en cuando puede saborear. Me gusta cuando me mira como se mira a la onza de chocolate que nunca te puedes comer, cuando me saborea con la paciencia y el clamor con el que saboreamos cada Navidad el maldito turrón de Suchard: sabes que no es algo para tener a diario, porque podrías morir de diabetes u obesidad, pero cuando llega el tiempo, cuando él quiere ceder la ternura de aparecer en tu despensa, te entregas tan plenamente que lo devoras, lo devoras como si ya nunca más se fuese a fabricar, como si mañana fuese a desaparecer. Y en el fondo así es, sabes que mañana ya no estará, y supongo que eso es lo que lo hace aún más especial. Quizá por eso Jaime se comporta tan raro últimamente, quizá sabe que mañana ya no estaré, o quizá sea que no le conozco demasiado bien, quizá Jaime no es Jaime y es otra persona, quizá y sólo quizá...



No hay comentarios:

Publicar un comentario