domingo, 14 de febrero de 2016



Hay que ser muy hijo de puta.

Para que San Valentín caiga un domingo.

Tendría que ser ilegal.

O al menos muy inmoral.

Que diera vergüenza celebrarlo, vamos.

Por respeto a los solteros y las solteras.

Porque: ¿Nosotros nos metemos con tu conformismo?

No.

Nosotros no decimos nada.

Asistimos impasibles a esa exaltación del amor romántico.

Que encima cada vez empieza antes y antes.

San Valentín no viene en oleadas, no,

Ahora las cosas grandes, las que joden de verdad, vienen en actualizaciones.

De amigos y amigas que se aman.

Me alegro, de verdad, por ellos.

Pero me jode.

Porque yo sé de su aburrimiento cósmico y de las peloteras máximas.

Me las han contado.

Y ahora suben una foto de gracias mi amor por los 365 días compartidos.

Y yo pienso: Anda que no has tenido que comer mierda.

Como todos y todas.

Pero dilo.

No nos vendas esa felicidad irrealizable que nos creará frustraciones.

Un: A veces me encantaría que no existieras, pero hoy me gusta que estés aquí.

Eso sería mucho más realista.

Por eso, salvo honrosas excepciones, creo que San Valentín debería llamarse San Comemierda.

Porque lo que estamos festejando es el capitalismo de una emoción.

La espera de un regalo que confirme y enseñe lo demás.

El amor no tiene que ver con nada de esto.

Si alguien te tiene que recordar el amor es que vas jodido pero bien.

Yo no quiero 14 de febrero, ni París con aguacero.

Quiero lo que quiero todos los domingos de mi vida.

Despertarme con alguien.

Ir a dar un paseo y desayunar/almorzar.

Un paseo a un sitio cerca de casa porque luego hay que volver a echar la siesta.

Y follar en la siesta de los domingos.

El amor tiene mucho que ver con eso.

Quedarte en silencio sin saber cuál es tu brazo o tu mano.

Y luego hablar de las ondas gravitacionacionales o de que te gustaría que existieran cabras carnívoras.

Abrazarte y que ese abrazo de arranque la semana pasada de la cabeza.

Mientras el domingo es el poco ruido que sucede al otro lado de la ventana.

¿San Valentín?

Valientes todos los solteros y solteras del mundo.

Que no tenemos eso los domingos.

Que tenemos que aguantar las canciones.

Las películas.

El cincuenta por ciento de descuento.

¿Pero el amor no era lo único que era gratis?

Que tenemos que empezar el lunes a palo seco y con las mandíbulas apretadas.

Porque no nos conformamos.

Porque vencemos el miedo a estar solos y solas.

Porque no nos sirve cualquiera para tapar ese miedo.

Porque mira, que no.

Ojalá te celebraran el amor cualquier día.

Que te embistieran a besos en los pies por sorpresa.

Que un 37 de marzo te enseñaran por primera vez un árbol de hojas rojizas.

Que te escribieran un sendero de pistas hasta una cueva en la que hay una piedra con tu nombre.

Que nunca te dijeran te quiero.

Pero que te quisieran todo el rato y bien.

Que no lo clamaran a los cuatro vientos.

Que el viento lo hicieran entre tus piernas.

Cuatro.

O cinco.

O todas las que hicieran falta.

El amor es lo único que nos mantiene atados a la vida.

El amor romántico es el único que nos proporciona cierta clase de intimidad.

Y esa intimidad ha de servirnos para estar mejor y hacer las cosas mejor también.

Que no te engañen.

Si todo el año está mal.

Y hoy está bien.

No compensa.

Aquí estamos los solteros y solteras.

Vivas y vivos.

Un domingo cualquiera.

Esperando un mensaje de un amigo o de una amiga.

Que nos rescate.

Y nos lleve a hacer.

Algo simple.

Y sencillo.

Con la vida.

Roy Galán

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