sábado, 31 de mayo de 2014

Síndrome de abstinencia



Desde que ya no estás
me da por fumar,
por empaparme
de todo eso que no eres tú
(libros, café y alcohol a partes iguales).

Sexo.
Mucho sexo.

Lloro en los conciertos
cuando te pronuncian sin nombrarte
y salgo de la mano de un hombre
que no eres tú.
Canto a voz en grito
a las cuerdas de la guitarra
de un auténtico desconocido.
Lloro.

Desde que ya no estás
duermo con un perro.

Sexo.
Mucho sexo.
No más que cuando estabas tú,
eso era tema a parte
una melodía, la quinta sinfonía,
sonando a todas horas.
No había remedio.
Como esas cosas
que no puedes parar de tocar
como esas canciones
que no puedes parar de cantar
como ponerse en pie al final de un concierto
cuando te invaden todos los sentidos.
Así era
porque siempre fue
nuestro.
Solo nuestro.

Ahora no hay menos,
pero es peor
porque no es contigo.

Siempre que termino
miro al espejo
como si fueras tú
el que está ahí detrás.
Como si pudieras tocarme,
como si pudieras amarme,
y mientras,

el perro se lame los huevos.

Pero ya no me importa,
porque tú
ya no estás.

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