domingo, 15 de marzo de 2015

Solo por él.



Llega un momento en que las tardes de domingo se dibujan sobre la arena mojada bajo tus pies durante un largo paseo en la playa, agarrada de su mano. Hablando de nada, de todo, de que ni sí, ni no. De que nada importa demasiado, de que todo importa lo suficiente. Llega un momento en que tu mejor amigo te dice: -es hora de que tengas a alguien siempre a tu lado- y tú, por primera vez respondes, -pues sí, ya es hora-, y sonríes. Llega un momento en que las llamadas a deshoras son apropiadas y los momentos de desquicio tolerables. Que comienzas a pasear muy despacio por la vida y te das cuenta de que como alguien una vez dijo: "la vida es un paseo y es mejor hacerlo en compañía". Que las noches son como una larga cola de espera en el cine que no quieres pasar a solas ni aunque tengas palomitas. Que tu cama de noventa centímetros se ha vuelto un desierto sin fin cuando él no está a tu lado. Llega ese momento, en que desistes de la lucha interna por una pasión y te abandonas al amor, al amor del bueno, al que te abraza en los malos momentos y tira piedras a tu ventana un domingo, con un chocolate caliente quemándole las manos mientras tú sonríes ante una muestra de romanticismo que nunca pasará de moda. En los buenos momentos, él, simplemente sonríe de verte tan brillante. Llega un momento, en que simplemente te abandonas a eso que siempre has esperado. Y te conviertes en alguien feliz, que sonríe y lucha en cada instante, no por nada, solo por él.

No hay comentarios:

Publicar un comentario