miércoles, 4 de marzo de 2015

Ovidarte.

Descubrí que para olvidarte no necesitaba veintiún días, ni remedios caseros contra el mal de amor. Descubrí que no necesitaba engancharme de alguien que atenuase mi dolor. Ni si quiera debía crecer mi alter ego o cosas de esas raras que contaban mis libros preferidos. Recordé aquella escena de mi película favorita en la que ella preguntaba -¿cuándo volveré a reír?- Y su fiel amiga respondía -cuando algo tenga verdaderamente gracia-. Y así fue. Me enamoré en el momento en que algo merecía realmente la pena… y la vida. En aquel momento en que alguien me sonrió en la distancia sin importar nada más. En el momento en que alguien me amó algo más que tú. Cosa que, al tiempo descubrí, no era muy difícil.

No hay comentarios:

Publicar un comentario