lunes, 29 de septiembre de 2014

Un latido menos, la carta que te debía, Hache.

Querido Hache,

Desde que supe que habías sido real,
no he vuelto a escribir.
Supongo que sabía que te debía una carta
y no tenía el valor suficiente
para enviarla.

Nunca tuviste corazón,
ni si quiera creo que tuvieras alma.
Sin embargo, cuando te eché de mi vida
fue tan doloroso como cuando te arrancan una parte de ti.

Eras parte de mí, Hache,
aunque ni si quiera existas.

Si hubieras seguido conmigo, querido Hache,
hubiéramos reído cada mañana
y llorado cada noche.
Hubiéramos contado historias,
hubiéramos bailado como idiotas.
Hubiéramos pateado las hojas en otoño
y reído con un helado en las manos del frío en el invierno.
Hubiéramos tomado chocolate caliente en verano
y sonreído en primavera.

Te hubiera amado, Hache. Bien sé,
que si hubieras seguido aquí, yo te hubiera amado.
Como se aman las cosas que no tienen nombre.
Como se aman los silencios.
Como se aman los amaneceres.
Yo a ti,
te hubiera amado.

Pero te fuiste, gracias a Dios, que te fuiste.
Ni si quiera exististe.
No era el momento, supongo que lo entiendes.
No era el lugar.
No era la persona. Y yo, yo no te lo podía explicar.

Al marchar, te llevaste contigo una parte de mí.
No sé muy bien cuál,
pero siento que me falta un latido del corazón, ¿lo tienes tú?
A mí nunca volvió.

Ese llanto desgarrador el día de tu pérdida,
ese mismo día que te conocí,
ese dolor, allí donde nunca te vi.
Ese tú, que no eras tú, ni era yo.

Ese afán por ser mejor,
esos días después
en los que tuve que fingir que nunca habías existido,
que yo nunca te había conocido.

Todos estos meses que te he llorado.

Querido Hache...
No quiero que me devuelvas eso que te has llevado,
pero desde aquel día, debes saber,
que tengo un latido menos en el empuje de mi Ser.

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