viernes, 16 de diciembre de 2011

Enajenación mental pasajera.



Negada a escribir algo porque la cantidad ingente de trabajo que tengo es máxima, recibo un halago y mis dedos corren solos a pulsar el botón de "Nueva entrada". No sé si es mi impulso controlado de escribirte lo que me inspira o es el saber que hay alguien ahí que lee, aunque sepa de sobra que no eres tú. Quizá sea mi absurda curiosidad que me lleva a investigarte cual proyecto importante del FBI, y saber que aún sigue ella en tí. Y cuánto duele saber eso. Saber que esperas ansioso su llegada, mientras yo espero ansiosa el momento de verte. Ni si quiera sé por qué. Pero eres como una maldita droga, y hoy tengo ganas de tí. Y de tí tengo ganas cada día y no sé por qué estás lejos. Aquí puedo tener lo que quiera, pero no, siempre me dijeron que era una niña caprichosa y mimada... no sabía hasta qué punto. Supongo que algo así no se puede olvidar, ¿verdad? ¿No puedes? ¿No quieres? Me tengo que desenganchar... Pero no me dejas... Y cuando ella vuelva, ¿qué? ¿qué narices vas a hacer cuándo ella vuelva? No tienes nada planeado... Lo imaginaba. Ella tampoco lo tuvo cuando se marchó, e igual que te rompió el corazón, lo harás tú conmigo, como yo lo hice con él y seguro que alguien lo ha hecho ya con ella... Esto es así, una maldita rueda que gira. Pero bueno, yo sólo estoy inspirada no se sabe si por una motivación inesperada, por mis hormonas, o por tí.  Pero qué más da, se trata de una estado de enajenación mental pasajero... No hay nada de qué preocuparse.

No hay comentarios:

Publicar un comentario